Erwin Quintupill
Esta el la cuarta entrega de la ponencia presentada en un Simposio de Intelectuales Indígenas en Latinoamérica en enero pasado (USACH, Santiago 2013). Como ya dije antes, mi intención es llegar a la biografía completa.
(Queda la parte final que pronto subiré)
Erwin Quintupill
III
El CAPIDE (Centro Asesor y
Planificador de Investigaciones y Desarrollo) lo formaron tres jóvenes
antropólogos[1], para desarrollar
investigación “en la línea de vivir con
la gente y tratar de meternos en su cabeza; cosa que no es posible, pero se
puede tratar…” (Mireya Zambrano). Fijaron su área de trabajo entre “la octava, novena y décima región, es
decir, todo el sur mapuche. Y nuestra investigación inicial nos sirvió para
elaborar lo que era nuestro propósito: oponernos a la dictación del Decreto Ley
2568” (M. Zambrano). A poco andar notaron que necesitaban de un Taller de
Cultura y Lengua Mapuche, “porque
nosotros mismos podemos, de repente, plantear alguna cosa que moleste o que
haga ruido o que nos dificulte la comprensión” (M. Zambrano).
Hecho el contacto con Anselmo
Raguileo acuerdan invitarlo a una conversación y proponerle que se haga cargo
del proyecto. Lo reciben en el Cerro Ñielol, de manera simbólica “para recibir a un hombre que es estudioso,
que es mapuche… que es nuestro par en
la cultura con la que nosotros queríamos trabajar.” (M. Zambrano).
Allí “Hablamos de que si se atrevía a venir y ampliar este taller a una cosa
mayor, lo que él le pareciera y que viera la forma en que estábamos trabajando,
etc. Y a mí se me ocurría que ese taller podía ser la puerta de entrada de él,
porque era de cultura y lengua mapuche.” (M. Zambrano). Poco tiempo
después, Anselmo Raguileo arribaba a Temuco para hacerse cargo.
Postularon un proyecto, el que
obtuvo financiamiento para realizar cursos gratis de mapuzugun y de ese modo
poner en práctica lo que fuera investigando. Los asistentes (alumnos) fueron profesores
mapuche que ejercían la educación básica, con los que la organización ya tenía
contacto. Eso “fue la puerta para
instalar esa conversación y esa discusión. Él entró a la elaboración del
alfabeto mapuche, porque partíamos de la base de que esta cultura ágrafa había
que abrirle la puerta, para escribir sus propias cosas y lo que quisiera, y en
su lengua. (M. Zambrano). Elaboraron documentos adecuados, guías de trabajo
y textos que consideraron pertinentes. Pronto el curso se abrió a otro tipo de
público y tuvo una duración de varios años. Los alumnos recopilaban información
en su lugar de residencia, manteniendo el “método
de ir y volver con la información”. De esa manera contribuían al objetivo
principal.
Anselmo Raguileo inició un
programa de visitas a diferentes lof[2]
y ciudades, para ubicar a personas hablantes del mapuzugun y conocer los
distintos modos de hablarlo. Estuvo en “Concepción, Talcahuano, Tirúa, Lebu, Alto
Bío- Bío, Lumaco, Isla Huapi, Pullinque, Isidoro Mehuin, Marikijawe, Lautaro,
Galvarino, Cholchol, Nueva Imperial, Puerto Saavedra, San Juan de la Costa” (R.
Raguileo), entre otros lugares. “Las investigaciones de terreno las hizo él. Él tenía un equipo que lo
iba ayudando,…que le pasaba los borradores” (M. Zambrano).
El Grafemario Raguileo es
presentado oficialmente en 1982. Posteriormente sigue una serie de actividades
en las que su autor se enfrenta, principalmente, al mundo académico que busca
imponer su propia versión de alfabeto. Fue así como los días 22 y 23 de mayo de
1986 se realiza en Temuco el “Encuentro para la unificación del Alfabeto
Mapuche”, ocasión en que se desarrolla “una
verdadera batalla campal”, según la antropóloga Mireya Zambrano; cuestión
que también afirma la bibliotecaria Myrians García que presenció los hechos por
encontrarse trabajando en el local en que se desarrolló el Encuentro. Dijo la
señora Myrians en conversación no registrada que Anselmo Raguileo se “enfrentó” con los académicos y que le
pareció “formidable” su actitud
frente a esas “vacas sagradas”. La
antropóloga Mireya Zambrano recuerda que si bien ellos (el CAPIDE) eran parte,
en esa ocasión no se involucraron en la discusión, “porque sentíamos que el planteamiento de Anselmo era el planteamiento
de un científico mapuche y que el planteamiento de la Católica carecía de eso,
carecía de la mirada mapuche”… “Estaba solo. Esa es mi percepción. Yo no hablo
por nadie más, hablo desde mí. Siento que él pudo haber percibido que estaba
solo en esto, y la verdad es que el CAPIDE estaba detrás de él; pero, sin
expresárselo ahí, en público… yo siento que (en) esa parte específica de
lingüística, nosotros podíamos haber ayudado más... en decir por ejemplo, por qué es más conveniente un signo que otro…
pero, no importa porque él igual salió con su alfabeto”.
Paralelamente, Anselmo Raguileo
desarrolló un trabajo en lo político, como integrante de la organización
mapuche Admapu y militante del Partido Comunista, y en lo cultural apoyando a
jóvenes artistas en el proyecto Casa de Arte Mapuche “Mapu Ñuke Kimce Wejiñ”,
en la ciudad de Temuco. Dice la poeta Rayeh Kvyeh, “Eran los comienzos de un Taller Literario, donde estábamos Elicura
Chihuaylaf, Leonel Lienlaf y yo. Entonces, así llegó don Anselmo y conversamos
con él. Había la idea de crear una casa de la literatura mapuche, a la cual él
se integró. Estoy hablando de principios de los años 90”. Su apoyo fue en
lo lingüístico, de modo que además de traducir algunos textos, llegó el momento
en que implementaron talleres de enseñanza del mapuzugun, para niños y jóvenes.
“Él fue un puntal en la guía principalmente del idioma, pero también de la
defensa de la identidad cultural” (R. Kvyeh).
Toda la actividad desplegada
respecto al grafemario, tenía como fin llegar a la gente mapuche y -
especialmente - a las comunidades rurales, para su validación en terreno. Hubo
personas y organizaciones que apoyaron su trabajo, dijeron hacerlo suyo y se
comprometieron en su instalación. Amnistía Internacional publica la Declaración
Universal de los Derechos Humanos utilizando el alfabeto Raguileo, Admapu en su
Congreso de 1987 decide asumir un rol activo con el apoyo de “todas las comunidades” (R. Kvyeh), se
realizan cursos de mapuzugun en la Sociedad Mapuche Newen y se publica un libro
de poesía en alemán y mapuzugun, traducido personalmente por el lingüista
(Kvyeh, R. Mond ver resten knapen.
Schmeterling Verlag, 1991).
…
Sin embargo, el final de su vida
material llegó abruptamente. Sus hijas relatan que en mayo de 1991 notaron los
primeros problemas en su salud y el 29 de febrero del año siguiente expiraba
uno de los hombres más prominentes de la historia mapuche, dejando una serie de
preguntas sin respuestas en todos los ámbitos en que eligió u optó vivir. Dice
su hija Ruby que desde la medicina el diagnóstico habla de muerte neuronal;
pero, que esa enfermedad se presenta de un modo diferente a como le afectó a
él. Hay parientes que aseguran o hablan de un “mal”. Su mismo hermano, Juan
Bautista, al instante de recibir la noticia de su muerte lo mencionó.
“Le empezó con un herpes en la cara” (Mónica Raguileo), “cayó en cama el 1º de noviembre” (R. Raguileo) y en diciembre
mostró los primeros signos de pérdida de memoria y de desconexión con la
realidad. A fines de enero de 1992 – el autor de este trabajo, en Saltapura –
lo pudo ver en posición casi fetal (su cuerpo se estaba retrayendo) y balbuceante.
Se había transformado en dependiente. Pocas semanas después, dejó de existir en
la casa que arrendaba en Temuco. Su cuerpo fue trasladado al domicilio de su
hermano Juan Bautista en Saltapura, en donde el velatorio y el funeral fueron
realizados al modo tradicional. Fue sepultado en el cementerio de su lof de
origen.
[1] Mireya Zambrano, Bernardo
Arroyo y Jorge Sanderson.
[2] Lof: agrupación familiar
que ocupa un territorio determinado. Actualmente es sinónimo de comunidad.
[3] Ocho de ellos fueron
publicados. Ver García y Galindo: Poesía
Mapuche. Las raíces azules de los antepasados. Universidad de la Frontera,
2003. Los siete restantes se encuentran en poder de su hija Ruby y mío.
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