He encontrado un libro recomendable. Se llama ARGENTINA ORIGINARIA. GENOCIDIOS, SAQUEOS Y RESISTENCIAS, escrito por el periodista Darío Aranda. En él se informa acerca de la realidad histórica de los pueblos originarios en Argentina, entre ellos nosotros los mapuche.
Publicado por La Vaca Editores, en Buenos Aires (2010). Puedes bajarlo desde http://www.iwgia.org/publicaciones/libros, en donde encontrarás otros libros igualmente interesantes de conocer, que tratan de la realidad y problemas que enfrentan los pueblos originarios de América y de otras partes del planeta.
El índice resumido es el siguiente:
- Dar testimonio. (La presentación)
- Pasado-presente
- Genocidios
- Saqueos
- Resistencias
La sección PASADO-PRESENTE se inicia con el siguiente fragmento:
Modesto
Inakayal fue un reconocido cacique tehuelche, capturado y tomado como botín de
guerra en la Campaña del Desierto. No fue encerrado en una cárcel, tampoco
destinado a los campos de concentración, final común de las comunidades
indígenas. El cacique Inakayal, junto a su familia, fue obligado a ser pieza de
exhibición viviente en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Encerrado en
el oscuro sótano del museo, debía posar semidesnudo; lo medían, lo pesaban, era
un objeto de estudio. La sociedad “civilizada” le dio la peor condena: usarlo
como conejillos de indias, exhibirlo, maltratarlo, forzarlo a deambular
perdido, triste, humillado. La tortura duró dos años. Murió el 24 de septiembre
de 1888. De inmediato su cuerpo fue puesto en exhibición al público. Recién un
siglo después, en 1994 y tras reclamos de comunidades tehuelches, los restos
del cacique fueron llevados a su territorio ancestral.
Similar
padecimiento vivieron los caciques Foyel y Sayhueque, junto a sus familias[1].
“Los representantes de los pueblos originarios fueron exhibidos al público como
fieras de zoológico”, denuncia el historiador y periodista Osvaldo Bayer[2].
El
libro El racismo argentino, del Grupo
Universitario de Investigación en Antropología Social (Guias), recuerda el
testimonio más recurrente y triste de Inakayal:
“Yo jefe, hijo de esta tierra. Blancos
ladrones, mataron a mis hijos, mataron a mis hermanos, robaron mis caballos y
la tierra que me vio nacer. Yo, prisionero”.
Campos
de concentración.
Desaparecidos.
Torturas.
Asesinatos
masivos.
Robo de
niños.
Las
cinco acciones fueron sistemáticamente ejecutadas por el imperio otomano, el
nazismo y la última dictadura militar de Argentina. Los tres, a pesar de
pertenecer a distintos momentos históricos, fueron reconocidos como genocidios.
No se duda de esos crímenes de lesa humanidad.
A fines
del siglo XIX el Estado argentino también creó campos de concentración,
desapareció personas, torturó, asesinó y robó niños. Los pueblos indígenas
estuvieron, como nunca antes en su historia, cerca del exterminio. Sin embargo,
aún hoy, un gran sector de la sociedad argentina niega que haya sido un
genocidio.
La
Argentina moderna está construida sobre esa negación, la madre de todas las
represiones.
Al
finalizar la Segunda Guerra Mundial se juzgó a los responsables máximos del
nazismo (Juicios de Núremberg). En Argentina, en 1985, se realizó el juicio a
los ex comandantes que integraron las tres primeras Juntas Militares de la
última dictadura. En la actualidad, tras resistir y anular las llamadas leyes
de impunidad, en distintas ciudades del país están siendo juzgados y condenados
los responsables militares y civiles de crímenes consumados durante la
dictadura.
No hubo
intención política de hacer algo similar hacia los crímenes de lesa humanidad
cometidos contra los pueblos indígenas.
En: Aranda, Darío. Argentina Originaria. Genocidios, saqueo y
resistencias. Lavaca Editora. Buenos Aires. 2010.
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