jueves, 10 de mayo de 2012

KONEW (adivinanza)






Imagen: Angela Lienleo (mi abuela) y Carmela Ñancupil (mi mamá).
Fotografía: probablemenmte mi hermano Raúl, en Saltapura (febrero de 1983)




Alguna vez mi madre me habló del juego de adivinar entre nosotros los mapuche. En esa ocasión no tuve con qué dejar registrada la conversación; pero, fue más o menos así:

-          Vamos a jugar konew. Konewaiñ, pikefuy ta pu ce. Ya. Estaban todos de acuerdo y se jugaba.
-          Se decían adivinanzas.
-          No como estas que se dicen en castellano. No. Eran diferentes.
-          ¿Cómo entonces?
-          Alguien decía: estoy pensando en algo. Los demás tratábamos de adivinar en qué estaba pensando. Y así íbamos dando vuelta, por turno.
-          ¡Ah! Entonces no eran adivinanzas como las que me decían a mí, cuando chico.
-          No. Era distinto. Uno podía pensar en el fuego y eso era lo que los demás tenían que adivinar.
-          ¿Se podía pedir pista?
-          Sí.




Imagen: Juan Bautista Raguileo (mi papá). Saltapura, 01.02.80.
Fotografía: Toño


Mi padre también me habló de algo similar. La ocasionalidad no la pregunté; sin embargo, creo que era una actividad lúdica que surgía del estar socializando. Debe considerarse que las adivinanzas de origen no mapuche se dicen en momentos también diversos. ¿Cuándo ingresaron las adivinanzas en castellano al mundo mapuche? Naturalmente, debió ser a través del contacto directo con ellos, con los no mapuche, y poco a poco, supongo, eso sí, que la educación formal chilena la instaló definitivamente, o al menos debió cumplir un rol fundamental en ello. En definitiva, el momento se daba de acuerdo a las circunstancias. Podía ser un juego familiar o social, entre jóvenes, niños o gente mayor. Eso es lo que entendí. Ojalá alguien cercano a nosotros pueda aportar alguna otra información.

Todo aquel/la que lea este blog no debe generalizar esta información. Recuerde que nuestro Wajmapu era muy extenso (desde el Pacífico hasta el Atlántico), de modo que no es de extrañar que se hayan dado variaciones en las costumbres. Las hay hoy en día, ¿por qué no habría de darse en los tiempos antiguos? Además, la naturaleza es cambiante y nosotros somos parte de ella. En consecuencia, pienso que todo lo que brota de nosotros tiene también esa característica. Se me hace difícil que algo humano pueda perdurar por siempre.

Adivinanzas en mapucezugun

La primera vez que escuché una adivinanza o konew en mapucezugun fue el 26 de diciembre de 1986. Había regresado, después de mucho estar en la ciudad, con la intención de “quedarme”. Hacía cuatro días estaba de vuelta en mi Saltapura, después de darme cuenta que en la ciudad algo me faltaba: el calor de la familia que había dejado en marzo de 1969.

En esa noche, de mediados de año, estábamos en familia y alguien dijo:

1
Cem vñvm ta tvfey
gelay piluh,
gelay hamuh
Welu “siempre”
mvley pvhoh.

Un tiempo después, conversando una botella de chicha con mis primas Teresa, Ociela y Vivi Quintupill escuché la misma adivinanza y también la que muestro a continuación:

2
Kiñe pici ke cem
“lleno” de picikelu.





Imagen: Filu (culebra)
Fotografía: Erwin Quintupill. Saltapura, marzo 2000.


En el primer ejemplo, me parece ver influencia de la adivinanza chilena de origen español, por la estructura; específicamente, porque parece estar en versos rimados (…piluh,…hamuh,…pvhoh).

El segundo ejemplo puede ser una fórmula mapuche, de acuerdo a lo que me contaba mi madre, porque se trata de una afirmación y la entrega de una característica.

A propósito, recuerdo que cuando niños – mis hermanas y yo, a veces también con mis primos – jugábamos a adivinar de esa forma; pero, hablando en castellano. Para que nos adivinaran “inventábamos” una y decíamos, por ejemplo:

“Una cosita chica, negra y dura”.

Los demás trataban de adivinar, pedían pistas, etc. La solución es la plancha (esa que funcionaba con brazas). Esa forma de inventar una adivinanza se parece a la fórmula empleada en “Kiñe pici ke cem/ Lleno de picikelu”, que literalmente traducido al castellano dice: “Una cosita, llena de cosas pequeñas” o “Una cosita, llena de cositas”. Como se puede observar, la construcción es muy similar.

Ya dije que así jugábamos cuando niños. Era la primera mitad de los 60. Hablábamos castellano; pero, aprendíamos de nuestros padres que entre ellos siempre conversaban en mapuzugun. Es decir, que la fórmula que empleábamos debimos aprenderla de nuestros mayores.

También jugábamos – en castellano – a “qué estoy pensando”.

Respuestas

Solución
Informante
Fecha
Filu (culebra)
Familia Raguileo Ñancupil
26.12.86
Xapi (ají)
Teresa Quintupill
08.07.87

Estas técnicas en la entretención, fueron muy significativas para los niños de ese tiempo. Nos entreteníamos; pero, también nos poníamos a prueba. Con eso de “en qué estoy pensando”, pues no se podía pensar cualquier cosa, sino que uno incorporaba lo que estaba aprendiendo en la escuela, por ejemplo. En mi caso personal, siempre fui estimulado por mis padres y el resto de la familia a conseguir nuevos aprendizajes. El asunto se transformó en un desafío permanente, y me hizo mucho bien.

Los adultos, los míos, no eran inocentes cuando elegían las adivinanzas que me iban diciendo, ya fuera para entretenerme o para que aprendiera. Quiero decir con esto, que pienso que en la antigüedad existía la intención clara de utilizar la “adivinanza” como un medio de entrenamiento para lograr aprendizajes, o mejor dicho era una excusa para ejercitar habilidades cognitivas (para conseguir conocimiento nuevo).


Invito a los jóvenes de ahora, vivan en donde vivan (campo o ciudad) a recrear estas experiencias en los ámbitos en que se desenvuelven (la familia, la escuela, el teatro, la música, la danza, la poesía, la artesanía, la escritura, la entretención, etc.). A recrear, es necesario para que nos nazcan nuevos mapuche, hombre y mujer. Recuerden que la identidad es también una construcción colectiva, producto de la reciprocidad con el entorno.

Un abrazo a todos/as.

Erwin

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