jueves, 7 de abril de 2011
EPEW: PUZU EGU XAPIAL
Me comprometí con algunos de mis sobrinos/as que estuvieron en Saltapura, durante el Mingako Kultural, a compartir con ellos relatos, a través de los cuales puedan conocer algo del Saltapura pasado. Comienzo con este epew y seguiré con otros que tratan de distintos asuntos. La idea es iniciar una conversación a través de los sucesos que les vaya dando a conocer.
Todos estos relatos son parte de un proyecto largamente acariciado por mí, consistente en editar un libro con parte de la historia de Saltapura.
PUZU EGU XAPIAL
Había un hombre que tenía una huerta y un día se dio cuenta de que le estaban robando. Todos los días, por la mañana, faltaban repollos, lechugas. En fin… No hallaba cómo hacerlo para encontrar al ladrón, así que decidió poner waci.
Era el venado el que iba. Esa noche fue otra vez a robar verduras; pero, al entrar quedó cazado con el waci. Ahí se quedó. Tiró y tiró; pero, nada. Así llegó la mañana y lo encontró el dueño de la huerta.
- Aquí te pillé, le dijo. Menos mal. Ya me tenías cansao. Un poco más y me terminas el huerto. Pero, vas a ver, no más. ¡Te voy a matar! Pero, como es temprano, primero voy a tomar desayuno
Así que lo amarró, bien amarrao y ahí lo dejó. Se fue a desayunar. Ahí se quedó el venado, asustado, diciendo:
- ¡Pucha! Aquí me llegó. ¿Qué hago ahora? ¿Cómo me escapo?
De repente, se le ocurrió una idea y se puso a gritar:
- ¡Me van a matar porque no me quiero comer una vaca asá! ¡Me van a matar porque no me quiero comer una vaca asá!
Él calculó que por ahí andaba el león. Lo había sentido. El león escuchó, paró la oreja y dijo: ¿Qué es lo que dice? Cuando escuchó bien, partió buscando al que gritaba. A la voz de vaca asá… El venado gritaba: ¡Porque no me quiero comer una vaca asá, me van a matar! Allá llegó el león:
- ¿Qué te pasa, hombre?
- Es que me van a matar porque no me quiero comer una vaca asá. Aquí me tienen amarrao. Otro rato van a venir. Yo, como puro pastito. ¡Cómo me voy a comer una vaca asá!
- Bah, dijo el león. Yo me la como. A mí me gusta la carne. ¿Qué tengo que hacer?
- Tenís que ponerte en lugar mío.
- Ya, puh.
El león soltó al venado y le dijo que lo amarrara. El venado lo dejó bien amarrado y se despidió. Se fue contento y el león también quedó contento, esperando a que llegaran con la vaca asá. En eso llegó el hombre y cuando lo vio le dijo:
- Así que te convertiste en león; pero, igual no más te voy a matar.
- No, si yo me como la vaca asá, decía el león.
- Ah, ¿sí?, le dijo el hombre, y le manda con un asador al rojo que traía. Lo había tenido en el fuego mientras desayunaba.
- ¡Ay!, gritaba el león, y el hombre le seguía dando con el asador al rojo.
- ¡Ahí tenís vaca asá!, le decía.
Con el dolor, el león se revolvía hasta que logró soltar las amarras y se escapó todo quemao. ¡Pobre león! Se fue mal herido, jurando que el venado se la habría de pagar.
- ¡Donde lo pille, me lo voy a comer!, decía.
Un día supo del lugar en que el venado iba a tomar agua y se fue pa allá, a esperarlo. Se metió dentro del agua y allí, sumergido, lo esperó. Con una pajita en el hocico, pa respirar. En eso llegó el venado; pero, nada de leso, tuvo dudas. Así que por si acaso, pa salir de la duda, dijo de lejitos:
- ¿Por qué será que mi agüita no me dice ¿Ven a tomarme?.
El león que estaba allí escuchó, así que dijo: “Ven a tomarme”, con voz bien ronca. El venado dijo: “Nunca se ha visto que el agua hablara”, y partió hecho una flecha. Se escapó. Hicieron tonto al león. Ahí se quedó el león, enrabiao.
Otro día, el venado supo que andaba cerca el león, así que empezó a juntar piedras. Juntó hartas y se subió con ellas arriba de un avellano. Ahí estaba el venado comiendo avellanas, al lado de un mallín, cuando llegó el león. El león de repente lo ve y se fue despacito, y se tira al agua pa pescarlo; pero, agarró pura agua. Salió todo mojado, sin entender nada. En eso, el venado que estaba arriba se puso a reír.
- ¿Qué está haciendo compadre?, le dijo.
- ¡Ay! Yo pensé que se estaba ahogando y por eso me tiré a salvarlo. ¿Qué está haciendo allá arriba?, le dijo.
- Comiendo avellanas. ¡’Tan ricas! ¿Quiere unas pocas?
- Ya, güeno, dijo el león.
- Abra bien la boca y yo le voy a dejar caer varias.¡Ábrala más, puh!, le decía.
El león abría el hocico lo más que podía, mirando pa arriba. Así estaba, cuando el venado le lanza rapidito todas las piedras. Le tiraba y le tiraba. El león no alcanzó a cerrar el hocico, se le llenó de piedras y se ahogó. Se murió el león.
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Este epew me fue narrado muchas veces en mi infancia. Esta versión corresponde a la de mi hermana Flor (Saltapura, julio de 1992).
Imagen:Nalca en la casa en que vivo
Fotografía: Erwin Quintupill. Cunco, marzo 2011.
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1 comentario:
Estimado amigo:
Me encuentro realizando una colección de ibros digitales de descarga gratuita de diversos pueblos como el palestino, saharaui, mapuche, vasco... He visto que tienes en e blog cuatro epew reoogidos y quería pedirte permiso para incluirlos en uno d elos volúmenes dedicado a los cuentos mapuche. Los libros que voy preparando los cuego en el blog de Biblioteca de las Grandes Naciones, por si quieres ver cómo en la iniciativa. Irían en el libro con la referencia que me indiques, nombre, nombre del blog y el de las personas a quien se os escuchaste. Mi nombre es Xabier Susperregi y mi correo para cualquier consulta es: xsusperregi@gmail.com Muchas gracias y disculpa las molestias. atentamente. xabier.
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