Erwin Quintupill
El piam es cualquier tipo de relato sin
antecedentes objetivos[1],
por lo tanto, están sujetos a la duda. Sin embargo, en la visión mapuche se
pueden distinguir, al menos, dos tipos de piam:
ü
Aquellos que narran acontecimientos ocurridos en tiempos remotos o, al
menos, no recientes, de modo tal que no es posible alegar falta de veracidad.
En general, están instalados en el imaginario de todos. Ejemplo de ello es el
relato de Kay Kay y Xeg Xeg o cualquier otro que la bibliografía oficial[2]
denomina relato mitológico.
ü
Aquellos que narran acontecimientos recientes y que por algún factor –
conocido, generalmente, por el emisor – resultan poco creíbles. Se trata de un
rumor. En muchos de estos casos, las personas se refieren a ellos de modo
despectivo.
Es esta última acepción la que da origen al título
del presente artículo.
Por otra parte, la alusión a los chilenos
tiene relación con su propio imaginario, instalado a través de la
institucionalidad[3]; pues, entiendo que el
chileno común es el producto de un plan mayor en el que juega un rol importante
el sistema educacional, la Iglesia Católica y últimamente los medios de
comunicación masiva. (En la actualidad, ocurre lo mismo con nosotros). En otras
palabras, el chileno y chilena común se expresan según la opinión de otros y
resultan ser sólo un medio para reproducir los prejuicios y estereotipos
creados por la clase fundante y gobernante de todos los tiempos.
Así, entonces, este artículo recurre a la
bibliografía oficial para destacar aquello que desde mi perspectiva constituye
un prejuicio o en el mejor de los casos una opinión sesgada por falta de rigor
científico. Todo ello, respecto de nosotros: los mapuche.
El por qué de esta
reflexión
Porque es común escuchar intervenciones que
más que aportar a la aproximación entre dos mundos diferentes profundiza sus
distancias, al punto que, en las mal llamadas comunidades mapuche[4]
surgen expresiones que desconciertan a no pocos wigka[5]
simpatizantes de lo mapuche.
Algunos conceptos que vagan de boca en boca,
de opinión en opinión que me han motivado a este escrito y a una conversación a
desarrollar en el contexto del 9º Mingako Kultural[6]
son:
Traducción
|
|
nguenechen
|
dios
|
pillan
|
demonio
|
kalku
|
brujo
|
guillatun
|
rogativa
|
nguen
|
dueño
|
we xipantu
|
año
nuevo
|
En las conversaciones cotidianas, cabe
preguntarse quién/quiénes dieron origen a estas traducciones, cómo y por qué. E
incluso, con quién.
Breve comentario
acerca de ellos
Nguenechen – Dios: En las conversaciones con gente
mapuche antigua, el concepto nguenechen no aparece de entre sus dichos. Por su
parte, los cronistas españoles no lo mencionan; en cambio, sí se refieren a
“pillán”[7].
Kalku – brujo: Los kalku son personas que no
eligen su condición, sino que del mismo modo que las/los maci llegan a estar en
posesión de conocimientos extraordinarios por “elección de un espíritu”. Ante
la exigencia de reciprocidad, pueden llegar a producir daño a otras personas.
Guillatun –
Rogativa:
Ceremonia que pretende incidir en la naturaleza para propender al equilibrio
cósmico o corregirlo en caso de catástrofes. Los mapuche no “rogamos” como
los cristianos; nos presentamos frente a
las energías que mueven el cosmos guiados por el principio de la reciprocidad,
es decir, recibimos y damos.
Nguen – dueño: Todo posee su gen. En lenguaje científico, se equipara
con la energía potencial gravitatoria. Considero que en los últimos tiempos el
concepto gen se ha ido trasladando al de una divinidad situada sólo en algunos
espacios como ríos, bosques, pantanos, etc. Sin embargo, los relatos nos hablan
de que la gente “hablaba” con todas las cosas.
We xipantu – Año
nuevo: En la
cultura wigka el tiempo transcurre linealmente, sin regreso, excepto en otras
culturas como la nuestra. En nosotros, el tiempo transcurre cíclicamente,
regresa, vuelve. De modo que incluir entre las efemérides escolares la
celebración de we tripantu el 24 de junio de cada año, no sólo es un error – si
lo es – sino que constituye una imposición porfiada, de menosprecio a nuestro
modo de entender el mundo que habitamos – como tantas otras – que no llega a
ser un aporte al desarrollo de las culturas primigenias como dice el discurso
oficial.
Otros conceptos de
lo cotidiano
Araucanía para referirse al territorio
mapuche. De ese modo dejan a la mayor parte de los mapuche fuera de la
conversación. Los conflictos se sitúan en la demonizada Araucanía. Fuera de
allí, todo está bien.
Nosotros sobrevivimos en fragmentos de
nuestro ancestral Wajmapu; pero, lo
seguimos llamando así, excepto aquellos/as que institucionalidad chilena y
cristianismo mediante lo creen de modo diferente.
Comunidad es una palabra que nos lleva a
pensar en un sitio idílico, casi edénico, en el que la vida transcurre de modo
sencillo y aceptable.
El discurso oficial dice que nosotros
habitamos comunidades y hasta se han creado en los medios urbanos. Estos
espacios son reconocidos asignándoles una Personalidad Jurídica para que puedan
postular a fondos concursables. Las llamadas comunidades son espacios legales
en el que la participación está reducida al mínimo, por culpa nuestra, claro.
La historiografía oficial ha estado
utilizando el concepto mapuche lof
para denominar ese espacio legal en el que sobrevivimos; sin embargo, resulta
inadecuado. Los mapuche actuales también lo utilizamos; pero, es
definitivamente inadecuado porque el lof fue fracturado por el Estado al
momento de invadirnos a fines del siglo XIX. Los restos de lof en que nuestros
abuelos quedaron les fueron entregados mediante Títulos de Merced. A partir de
allí se crearon los espacios que actualmente son conocidos como comunidades en
el campo.
Nuestros padres llamaban Reducción a ese espacio. Fue en tiempos de Dictadura en que la
denominación comunidad comenzó a ser utilizada con más frecuencia y
definitivamente se instaló en los gobiernos de la Concertación por la
Democracia. Actualmente, los funcionarios del Estado no aceptan ese modo de
llamar los reducidos espacios en que habitamos.
…
Faltan preguntas acerca del entorno
histórico, en ambos lados. Algo lo impide. En mi opinión, ciertas falencias –
naturales o instaladas – que hacen que las personas no indaguen
responsablemente, quedándose en el puro y simple piam. Siendo, este modo de
ser, parte de ambas culturas – mapuche y chilena –, corresponde – frente a
asuntos como el que nos ocupa – ir más allá del “dicen” o “cuentan”. El momento
histórico lo exige, las circunstancias.
Sin título
Dibujo de Fernando Raguileo
[1] Quintupill, Erwin. Relatos
orales mapuche en la comunidad de Saltapura. En http://mingakokultural.blogspot.com
[2] Llamo bibliografía oficial
la producida – inicialmente – por autores no mapuche y ampliamente difundida a
través del curriculum chileno.
[3] Inicialmente esta postura
frente a lo no wigka debió provenir de expresiones cristianas que negaron
credibilidad al discurso de los llamados – ahora – pueblos originarios; al
mismo tiempo, la ciencia occidental se instala como única fuente de conocimiento.
[4] El Estado chileno se
apropió violentamente de nuestro territorio ancestral, nuestro Wajmapu, y nos
dejó sobreviviendo en un espacio extremadamente reducido. A partir del trabajo
realizado por la Comisión Radicadora, a principios del siglo veinte, los mapuche
llamaron reducciones a los retazos que les reconocieron y en los que
continuamos viviendo aquellos que no han emigrado o hemos regresado. La
“Concertación por la Democracia”, a través de su primer y posteriores gobiernos
– adoptaron la denominación de comunidad, pues la palabra “Reducción”
explícitamente reconoce la verdad histórica, en cambio la palabra “Comunidad”
invita a percibirnos más cercanos a la idea de “buenos salvajes”.
[5] El concepto wigka se
utiliza aquí para referirse a cualquier persona no mapuche y no en su acepción
peyorativa.
[6] Mingako Kultural:
[7] El padre Rosales en su
Historia del Reyno de Chile, Tomo I, p. 162, dice: “Son estos indios
de Chile los más bárbaros de las Indias, porque ni conocen al verdadero Dios,
ni tienen otros dioses, ni ídolos que adorar, culto ni adoración, ni tienen
sacrificios, ni ofrendas, ni invocaciones. Sólo invocan al Pillán y ni saben si es el demonio ni quien es”.
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