Daniela
Millaleo Montano
Antecedentes
“Se incendiaban
las rucas, se mataban y capturaban mujeres y niños
Se arreaban con
los animales y se quemaban las sementeras.
Estamos ante una
de las páginas más negras de la historia de Chile”
(José Bengoa, Historia del pueblo mapuche, siglo
XIX - XX)
Estas no son las
páginas negras que se enseñan en las escuelas sobre la historia de Chile, pero
es una más, de las historias de masacre que enlutan las páginas orales de la historia
mapuche. La cual se cuenta en la lengua de los pómulos pronunciados, de algún
anciano moreno que relata epew[1] a
la silenciosa luz de un fogón en una
comunidad mapuche. Son las heridas de la historia que cuenta que nunca fuimos
los ganadores de las batallas contra occidente, y es más, son los retazos de
las cicatrices de un pueblo asesinado por el progreso y la civilización.
Ningún historiador
podría ni podrá describir tanto horror y dolor que los antiguos mapuche
sufrieron durante el gran genocidio de la Araucanía (o como lo menciona la
historia chilena, la pacificación de la Araucanía). Tampoco ningún sociólogo o
antropólogo entenderá las fuerzas que nos llaman a seguir luchando, después de
más de 500 años. Luchas con los españoles, con los criollos y ahora con el
estado chileno. Antes mano de obra, después un estorbo a los intereses
económicos de la época y actualmente la persecución continúa, mediante leyes
impuestas en contra de nuestra cultura y nuestra resistencia. Resistencia que
continua a pesar del paso de los siglos a perdernos como cultura y a perder la
tierra que nos da fuerza para seguir la lucha día a día.
Nosotros los mapuche
del siglo XXI, los nietos de aquellos abuelos que en los 60 migraron hacia
Santiago, para salir del empobrecimiento que dejo años de usurpación a los
territorios mapuche, y los hijos de estos mapuche que asentándose en las
poblaciones de las periferias santiaguinas, fueron víctimas en conjunto con el
poblador chileno de los asesinatos y
torturas de la dictadura militar a mediados de los años 70´ y durante todos los
80´. Somos nosotros los cuales cargamos cicatrices que no pueden ser curadas
con pastillas de integración social.
La mayoría de
nosotros, somos los primeros que tenemos estudios universitarios y nos atrevemos,
aquí en la ciudad o en la diáspora como muchos de nosotros la llamamos, por no
ser nuestro lugar de procedencia original y cultural, donde nos hemos
establecido dentro de comunidades locales, y que a diario nos formamos
identitariamente como mapuche, lidiando con el occidentalismo, con el
capitalismo y otros males de las sociedades de consumo. Warriache[2]
nos llaman, y con orgullo nos atrevemos a escribir de nosotros y de nuestro
pueblo, de nuestras luchas, de la pobreza que existe en el sur, y que nuestro
pueblo tan querido, que se niega a desaparecer, es por esto y mucho más que
ahora nos expresamos a esbozar con gran anhelo que necesitamos educación
intercultural.
¿Por qué necesitamos educación intercultural?
Durante mucho tiempo
en el congreso se habló sobre una ley la cual consiste básicamente, en respetar
las diferencias propias de cada ser humano y en penalizar a aquellos que no
toleran estas diversidades. La primera vez que pensé en la posibilidad de la
aprobación de esta ley que favorece a los derechos humanos, surgió la siguiente
pregunta: ¿Por qué las autoridades de este país se cuestionan el penalizar
hechos de violencia en contra de las diversidades existentes? La respuesta de
inmediato surgió en mi mente. Todos somos diferentes, algunos diversas
orientaciones sexuales, otros con diferentes apariencias, religión, política,
etc. Y así una infinidad de manifestaciones culturales diferentes unas a otras.
El aceptar que existen diversidades, debiese
ser visto cómo algo positivo a las relaciones
sociales de cada pueblo al enriquecer los acercamientos culturales entre sí. Sin embargo a esta sociedad claramente le
molesta las diferencias, al borde de llegar a matar gente que piensa diferente
o es diferente.
Hace unos pocos meses
repudiamos el accionar de un grupo de neo nazi, que torturaron salvajemente y
asesinaron a un joven homosexual. El llamado caso Daniel Zamudio fue el culmine de la ley anti discriminación
que sacó a la mesa los diálogos éticos
sobre la tolerancia y respeto hacia las diversidades. Dialogo que otros países
ya tuvieron hace muchos años atrás, dando un paso a la tolerancia de las
diferencias individuales, dejando a todos los individuos en igualdad de acción
sin ser discriminado ni cuestionados por este accionar.
El
problema del otro:
El problema de
la “otredad”[3]
lo menciona claramente Claudia Zapata cuando se refiere a la concepción de Said
sobre este término: “El llamado de Said
es a entender la otredad no en relación con las culturas no occidentales sino
como un producto de Occidente mismo: “…ver a los Otros no como algo dado
ontológicamente, sino como históricamente constituidos” (Said, 1996c:58).
El “otro”, sigue siendo para este país un gran problema y su expresión más negativa que derivan a las
enfermedades, propias de la actualidad tal cómo la homofobia y la xenofobia.
En el caso
mapuche la “otredad”, aun imperante en las sociedades con presencia indígena,
sigue involucrando a la disminución cultural de aquellos pueblos preexistentes
a las colonias españolas. Y es ésta problemática que de cierto modo trata de
abordar la nueva ley anti discriminación, sin embargo y como ha pasado durante
hace mas de 500 años, seguimos siendo los “indios de América” invisibilizados
de todas las discusiones sobre las mejoras de las condiciones culturales,
económicas y sociales.
Aun el mal gobierno
emplea mecanismo homogeneizadores dentro de una sociedad en el cual nuestra cosmovisión
no tiene cabida, donde nuestra lengua es una forma primitiva de hablar y se nos
impone otra como la adecuada. Se nos obliga a olvidar nuestra educación y se
nos impone otra, con su propia historia, héroes y quehaceres. Mediante y
especialmente es esta última, la forma más poderosa de genocidio cultural, la
educación oficial chilena.
Historia
y contextualización:
“esta es la historia acerca de la
intolerancia, acerca de una sociedad que no soporta la existencia de gente
diferente. De un país español, criollo, europeo, cristiano occidental, que se
dice civilizado y trata de acabar con los bárbaros, los salvajes, los hombres
que deambulaba libremente por las pampas y cordilleras del sur del continente.
Ellos se defendieron del salvajismo civilizado; hicieron lo que pudieron,
vivieron como mejor supieron, pelearon hasta el cansancio, y terminaron por
morir y ser vencidos por el progreso” (Bengoa, 1985: 5).
A todos nos enseñan
en las escuelas las intenciones que tenían los españoles al desembarcar a las
tierras Americanas. Nos hablan del progreso de occidente, de barbarie y civilización,
de intereses económicos y los más radicales nos hablan de la espada y la cruz.
Cómo los españoles sometieron a las civilizaciones de América, imponiendo una
cultura diferente y homogenizando a los pensares elevados de aquellas culturas.
Que éramos primitivos y salvajes y necesitábamos educación para ser más que
solo “indios”.
Es esta historia, la
cual se está enseñando por estos días, se presenta desde la emancipación de estos
estados criollos y su formación como estados nacionales y nos preguntamos ¿Qué es lo que ocurrió con indígenas que resistieron a los ataques del
colonizador y posteriormente a los que pretendían conformar estados nacionales?
Lo mismo que ocurrió con los españoles invasores, pasó con criollos chilenos que siguieron el exterminio con el
eufemismo de la “pacificación de la Araucanía”[4],
la cual, fue una escusa perfecta para llevar los ideales progresistas de los
intelectuales europeos de la época de la ilustración y de las ideologías
liberales de occidente a la barbarie local de este frio sur del mundo, a costo
del genocidio de una infinidad de vidas de culturas en resistencia[5],
no tan solo en el caso mapuche, sino con una infinidad de pueblos en toda la
Latinoamérica colonizada.
Si antes eran los
españoles ahora son los chilenos, que tratarían de terminar con la barbarie,
mediante diversas formas; una fue la muerte de aquellos que iban encontrar a la
expansión de territorio y por otro lado, fue la educación mediada por la
iglesia, que asumía su tarea civilizatoria imponiendo otra religión para
mitigar las otras creencias “primitivas” de estos pueblos. Es decir nos
homogenizaron para absorber nuestras creencias, transformándonos en todos
iguales y transformarnos en chilenos.
“con
el advertimiento de la República los mapuche dejaron de ser vistos como un
pueblo o nación y comienzan a ser tratados como chilenos (o si se quiere
ciudadanos, aunque con una ciudadanía limitada)” (Foerster;
2)
¿En
la actualidad será la educación una forma actual de pacificación de la
Araucanía?
Siguiendo con la
historia. Estos criollos que se formaron
en Europa y tomaron ideologías occidentales, las cuales implementaron en las
escuelas para lograr y así, continuar con la idea de progreso que tanto motivó
al invasor europeo y en donde la identidad propia de los pueblos indígenas no
tenía cabida en estas nuevas naciones, que se establecían como un nuevo espejo
de occidente. En consecuencia los
pueblos precolombinos en resistencia son masacrados y homogenizados dentro de
estas aulas del saber europeo y con esto opacar las propias culturas maternas
indígenas .Así como lo hicieron los españoles construyendo iglesias sobre los
sitios ceremoniales en América. “esta
época se caracterizó por la dominación, el sometimiento y la opresión, propio
de la situación de la colonialidad con la consiguiente patriarcalizacíon de las
instituciones sociales, culturales y otras que derivaron en las prácticas
denigrantes de racismo y discriminación entre otras” (Quenta.2010.1).
Siguiendo estos
parámetros, en la actualidad es la educación la que sigue repitiendo estas
formas y sigue moldeando al niño dentro de un determinado tipo de paradigma, el
cual es muy diferente al paradigma indígena. En el caso local, la educación
chilena es representada de la siguiente forma por Sergio Curihuentro, citando a
Ricardo Hevia:
“En
el desarrollo de los temas éticos no se considera explícitamente el ejercicio
del pluralismo en relación a los pueblos originarios, como tampoco se alude a
los derechos colectivos de estos pueblos al plantear el tema de los derechos
humanos. Al abordar el desarrollo de la autoestima, los OFT se refieren a ella
en términos individuales y no en cuanto a pertenecer o no a una etnia en
particular” (Hevia en CNCA, 2005:104)
Queda
demostrado, entonces, que a pesar de que en la actualidad la educación chilena
se plantea como diversa y multicultural en la teoría, en la práctica no es así,
puesto que se resume en traducir el himno nacional al mapudungun que
necesariamente no es respetar la multiculturalidad, “la cual nos habla de la coexistencia o la convivencia entre culturas diferentes,
o entre sujetos que pertenecen a diversas culturas”. (Schmelkes, 2011, pp.26) y es más, reproduce la acción
homogeneizadora de las escuelas nacionalistas.
Entre otras la
problemáticas de la escuela en el caso de la interculturalidad, la cual “estudia las relaciones
entre los miembros de las diferentes culturas.” (ibid) es una problemática
de estado que deriva al comportamiento social, ya que el omitir las creencias
de cada pueblo, el imponer una idea entre otras, es un acto de discriminación,
de violencia en derecho humano. Es un tema (aunque silencioso), una forma de
genocidio cultural a estos pueblos aun preexistente y en resistencia.
Del
multiculturalismo estatal al interculturalismo indígena
El problema del
estado es el siguiente:
“El
reconocimiento de la multiculturalidad como característica definitoria de una
nación conlleva importantes consecuencias para el gobierno y la sociedad en
general, y para la educación en particular. Es el sistema educativo el que está
llamando a asegurar la permanencia de esta característica multicultural de
nuestros países, trabajando para fortalecer las lenguas y las culturas que
definen dicha diversidad. (Schmelkes.2008:24)”
Pero esta diversidad
está lejos de la diversidad de los pueblos indígenas. En estos días la
multiculturalidad se resume en hablar de los pueblos originarios como folkloreo
simplemente enseñar en los ramos de historia los mapuche o aymara como pueblos
extintos de una historia primitiva de Chile.
Pero es otra cosa a
lo que apelamos como pueblos indígenas. Es hacer una educación intercultural como un dialogo reciproco entre
diferentes paradigmas.
La misma autora
anteriormente citada hace la siguiente salvedad sobre la concepción de
interculturalismo:
El
interculturalismo (soriano, 2004) rechaza el racismo y la discriminación.
Plantea la diversidad como una riqueza. Establece el respeto al otro como
necesario para la identidad personal y grupal. Reconoce el valor de cada
persona por el hecho de ser persona y de cada cultura por el hecho de ser
cultura. Parte del derecho de cada
persona y de cada cultura de de ser lo que es y de crecer desde ahí.
(Schmelkes.2008:27).
Interculturalidad
como derecho humano
¿Por qué no podemos
exigir, nosotros, los pueblos indígenas, que dentro de la educación
tradicional se enseñe nuestra lengua
materna en vez de que se nos siga
exigiendo hablar lenguas extranjeras en el marco de un mundo globalizado que
educa sujetos en post de aprender para el funcionamiento de procesos económicos
capitalistas?, ¿Debemos seguir permitiendo que se nos imponga una historia, una
lengua o una religión que no es la propia a la cultura?, ¿Debemos seguir
permitiendo al estado que nos imponga una educación que va en contra de
nuestros derechos humanos, teniendo en cuenta que todo ser humano tiene derecho
tener su propia cultura?
Son estos los
cuestionamientos que surgen desde lo más profundo de los corazones de quienes
nos sentimos parte de un pueblo originario americano. Donde muchos niños, en lo
particular mapuche, aun nacen hablando la lengua materna (mapudungun) y creciendo a la orilla de un
fogón, donde posteriormente son arrancados de la educación tradicional obligados
por el mal gobierno y llevados a los centros educacionales normalistas, donde
se les impone otro paradigma. El choque interno de un niño al encontrarse con
otra cultura sobre pasa toda investigación científica sobre educación o
aprendizaje. Por una parte se les obliga a aprender bajo cánones occidentales,
donde el sujeto indígena esta invisibilizado totalmente.
Esta educación
estatal te impone otro lenguaje, otra historia, un desconocimiento de los
apellidos propios, una forma de ver al mundo y es imperante la concepción del
método científico para la explicación de los procesos de la naturaleza, donde
la experiencia del sujeto indígena no es válida. Por ejemplo; se explican
procesos mediantes teorías sobre las dinámicas y trasformaciones del clima,
mientras al indio solo le basta sentarse en el campo o a la orilla de un rio a
escuchar el lenguaje del viento, para poder entender el ciclo de las cosecha,
si lloverá mañana o si viene un temblor de la tierra. Claramente nuestros
procesos de entendimiento no se manifiestan dentro de un libro de ciencias
naturales.
Pero así
vivimos, entre dos ríos dicen los que hablan kechua, lamentablemente en un
“yawar mayu” en un rio donde corre sangre[6].
Se nos enseñan que lo viejo se debe eliminar cuando nuestro culto es hacia los
ancestros, se respeta a los muertos que se vuelven estrellas y a los ancianos.
Se nos enseñan a ser individualistas y ¿qué pasa con nuestras comunidades a
ayllus o lof? Nos enseñan a ver a la tierra como medio económico donde podemos
explotar recursos naturales a diestra y siniestra. Cuando nosotros vemos a la
tierra como nuestra madre.
¿Bastarían más
ejemplos para poder explicar que la educación actual forma parte de la
principal forma de genocidio cultural? La educación actual, sobre-pasa y va en
contra de todo derecho humano a los pueblos indígenas actuales.
Necesitamos
educación intercultural, en la actualidad es importante escuchar la voz de
aquellos que han callado durante décadas, además porque necesitamos
reconocernos como tales y no podemos seguir permitiendo que en la escuela los
niños se burlen de un niño con apellido indígena.
La necesidad
de la educación intercultural para las diversidades culturales traería todo un
cambio en el paradigma de la sociedad en su forma de pensar. Creemos, cómo indígena
que disminuirían considerablemente los rasgos racistas y xenofóbicos de esta
sociedad. Porque la educación intercultural enseñaría lo negativo del racismo
hacia nuestras culturas mediante el conocimiento de la cosmovisión y el porqué
el mapuche se resiste a perder su tierra ancestral.
Porque se
entendería nuestro lenguaje, nuestras creencias, nuestras historias, nuestras
enseñanzas y la forma de entender el mundo. Porque la educación intercultural
es un derecho humano que exigimos como pueblo, porque con una educación
intercultural seguiríamos vivos como pueblo en resistencia, y sin ella seguimos
reproduciendo el genocidio de los pueblos originarios y con eso, nuestra vía
hacia la extinción.
Fuentes
·
Antileo, Enrique. 2011. Diáspora mapuche y multiculturalismo
en Santiago. En: Revista Kutral, n°2. Escuela de Sociología, Universidad de
Viña del Mar.
·
Claudia
Zapata Silva. Edward Said y la otredad cultural. 14.01.2008. Aprobado:
29.07.2008.
·
CNCA
(2005). Diversidad Cultural: el valor de la diferencia, Lom Ediciones, Consejo
Nacional de la Cultura y las Artes, Santiago.
·
José
Bengoa, historia del pueblo mapuche (siglo XIX- XX) ediciones sur colección
estudios históricos, agosto 1985, Santiago, Chile.
·
Rolf
Foerster G. sociedad mapuche y sociedad chilena la deuda histórica. Proyecto
Fondecyt Nº 1000024.
·
Santiago
Quenta .representante de Viceministerio de Descolonización. La Paz – Bolivia.
La descolonización: un camino hacia un estado plurinacional. Seminario Taller “
Estrategias para una educación superior descolonizadora intra e intercultural”.
Cochabamba, 18 y 19 de noviembre 2010. Mónica Navarro (Editora)
·
Sylvia
Schmelkes. Multiculturalismo, educación intercultural y universidades.
Universidad iberoamericana. 2008, México.
[1] Epew: Cuentos históricos sobre el pueblo mapuche
[2] Warriache :
gente de ciudad
[3] A
esto habría que agregar que todas las culturas son etnocéntricas y construyen
sus otros, por lo tanto, no es una innovación de Occidente.
El factor determinante es, entonces, el
prestigio
y la fuerza política de Occidente luego de
los procesos coloniales. (Zapata. 2008:10. Pie de página). La otredad o el otro
se manifiestan bajos los cánones occidentales en la actual sociedad.
[4] En Argentina
paralelamente se desarrollaba el peor exterminio de su historia, la campaña del
desierto a mando del genocida general Roca es quizás una de las mayores
matanzas en contra del pueblo mapuche en el lado del Puelmapu (lado argentino
del territorio mapuche).
[5] En este caso
prefiero llamar “culturas en resistencia” a lo que el formalismo estatal e
intelectual occidental llama como, indígenas, indios, culturas originarias etc.
A nosotros que tenemos el derecho de autodefinirnos. Aunque es preferible llamarnos como siempre nos hemos
denominado como pueblos ya sea mapuche, aymara, selknan etc. Sin embargo tomo
esta denominación para hegemonizar de cierto modo a estos pueblos en su
totalidad.
[6] Traducción al
quechua.
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