Con Rayen Kvyeh,
poeta mapuche.
Temuco, noviembre de 2010
Hace un año atrás entrevisté a Rayen, con el
propósito de conocer su trabajo junto a Anselmo
Raguileo, el lingüista mapuche creador del Alfabeto Raguileo, porque estoy empeñado en recolectar información
de parte de quienes lo conocieron que me permita escribir su biografía. En esa
ocasión Rayen me contó que lo conoció “a principios del año 91, en la Casa de
Arte Mapuche. Eran los comienzos de un Taller Literario, donde estábamos
Elicura Chihuaylaf, Leonel Lienlaf y yo. Entonces, así llegó don Anselmo y
conversamos con él. Había la idea de crear una casa de la literatura mapuche, a
la cual él se integró”.
Una de las discusiones iniciales fue con
relación al nombre que le darían a la casa. En eso el aporte de don Anselmo fue
determinante. “Él, como era un gran estudioso de la lengua, nos dijo:
normalmente la gente dice “Ñuke Mapu”, pero en el idioma mapuche lo correcto es
que sea Mapu Ñuke, madre tierra”.
Ese equipo de trabajo se reunía semanalmente.
Como primera tarea importante se propusieron el lanzamiento de una revista, “la
“Mapu Ñuke”, en la cual él empezó a participar directamente. Lo que en un
comienzo – a fines de los 90 y en la primera mitad del año 91 – fue el Taller
Literario, dio paso posteriormente a la Casa de Arte Mapuche.
Dice Rayen que “al principio pensamos en
chiquitito”; pero, “fueron muchos jóvenes, mujeres y hombres, que fueron
interesándose; pero también que tenían otras inquietudes: algunos que querían
hacer música, otros poesía, otros que querían expresarse en la plástica o
también en la greda, en la piedra. Fue así que de repente nos dimos cuenta que
cada vez iba creciendo el interés. Fue así como ese Taller Literario dio pie a
la Casa de Arte Mapuche, a la Mapu Ñuke Kimce Wejiñ”.
Imagen: Anselmo Raguileo
Fotografía: cedida por Ruby Raguileo
La casa de Arte Mapuche Mapu Ñuke Kimce Wejiñ
estuvo ubicada en la calle Matta, Nº 25. “Era una casa grande que nosotros
arrendábamos”, recuerda Rayen. Él llegó a trabajar ahí, como un trabajo
voluntario, como el que hacía Leonel, Elicura y yo. (Fuimos) el grupo iniciador
de la casa. Él fue el apoyo lingüístico. Nos explicó muy bien su grafemario, y
fue así como nosotros empezamos (a realizar) talleres de lenguaje en mapuzugun,
principalmente enfocado a jóvenes y niños. Entonces había dos categorías, en
donde él supervisaba ese trabajo de enseñanza del idioma.
Dice Rayen que se crearon dos instancias
etáreas, es decir, un taller para niños y otro para jóvenes, especialmente a
aquellos que habían nacido en la ciudad y carecían de una experiencia de vida
en el lof; pero, no sólo se trataba de un espacio preocupado en la recuperación
del idioma, sino también de identidad, los que eran supervisados directamente
por don Anselmo. “Él hizo las cartillas de lenguaje”, continúa Rayen y cuenta
que se hizo apoyar por un grupo de personas hablantes del mapuzugun, quienes se
encargaban de la realización de los talleres bajo su supervisión. En total
habrían trabajado cinco cartillas.
Cada curso de recuperación del mapuzugun fue
planeado para realizarlo en seis meses, ejecutándose uno por año; siendo una de
las principales dificultades el no contar con financiamiento fijo, de modo que
el grupo debía desarrollar actividades que permitieran financiarlo.
Ya en un plano más personal y como producto
de ese trabajo de colaboración, Rayen confiesa que “él fue para mí un guía. Yo
pensé y pienso todavía de que… Él era una persona que tenía una posición
política[1];
pero, tenía un criterio tan amplio, que cabían
en él todas las opiniones. Yo creo que ha sido la persona que a mí más me
ha… ¿cómo diría, yo?... una de las personas que yo más he seguido y he admirado
por el conocimiento que él tenía, pero, también por la amplitud de criterio,
porque él tenía una tremenda capacidad de escuchar, y (por eso) tenía una
tremenda capacidad de discutir posiciones diferentes o conceptos o afirmaciones
o negaciones en diferentes temas que uno tenía”.
“Yo siempre pensé que si hubiera diez
Raguileo, otra cosa sería en el mundo mapuche, por su amplitud de criterio, por
ser capaz de escuchar todas las corrientes que se daban entre los mapuche. Creo
es una de las cosas que más admiré en él es eso, el no tener una visión
unilateral, personalista, sino que una visión circular: el concepto de la vida
en el mundo mapuche”.
Para finalizar, agrego que en la Casa de
Arte, de cuyo equipo directivo fue integrante Anselmo Raguileo, se ocupó de
promocionar la cultura mapuche, preferentemente a través del desarrollo de
actividades artísticas y culturales. Ese fue el espacio en que se habrían dado
a conocer algunos artistas reconocidos actualmente como Eduardo Rapimán, Juan
Silva Painequeo y Cristian Collipal, entre otros. “En la Casa de Arte se hizo
el primer concierto de Los Pirulogko”.
Hubo varias ocasiones en que don Anselmo se
involucró en los libretos de los actos artísticos que allí se realizaron. La
locución se hacía en castellano y él iba realizando la traducción al mapuzugun.
Con la revista, también hicieron el esfuerzo para que saliera escrita en los
dos idiomas. Rayen cuenta que “era él el que traducía la revista. Yo creo que
los primeros textos que tradujo, fueron los de nuestra revista, la “Mapu Ñuke”.
De hecho todas las traducciones entre los años 91, 92, 93, hasta el 95, las
hizo él.
El primer libro que Anselmo Raguileo tradujo
del castellano al mapuzugun fue un poemario de Rayen. Ella cuenta que estaba
trabajando con Leonel Lienlaf sobre aquello. “Estábamos viendo… Entre varios,
estábamos viendo; porque no teníamos la experiencia de escribir el idioma,
ninguno de nosotros. Entonces, él me dijo: “Yo quiero que trabajes el primer
texto con mi grafemario”. Y yo le dije: “Pucha. Bueno”, porque además nosotros
estábamos convencidos… hasta hoy, estoy convencida de que él… es la mejor forma
de escribir el idioma, y soy una defensora del grafemario de Raguileo, en todas
partes. Ahí él se involucró en la traducción de mi libro”.
Paralelamente, don Anselmo estaba abocado a
trabajar en la ong CAPIDE, que lo había invitado a trabajar y le brindó apoyo
para el desarrollo de su propuesta escritural. Eso ocurrió en 1980, época en
que deja la capital y retorna al sur para darle forma definitiva a su sueño de
entregar a su pueblo una herramienta que nos permitiera registrar por escrito
nuestros conocimientos, nuestra sabiduría, nuestra memoria.
Poco se
ha hecho a la fecha de lo que se dijo el día de su funeral. (Guardo el registro
en audio de esa ceremonia, realizada en el cementerio de Saltapura[2]).
En Santiago de Chile, existe un grupo de jóvenes, mayoritariamente nacidos en la
ciudad, que han asumido el Alfabeto Raguileo, El Taller David Cayuqueo. En Puel
Mapu (Lado argentino de nuestro Waj Mapu), existe un profesor de inglés – Tulio
Cañumil – quien ha realizado un valioso trabajo acerca del mapuzugun. Dice
Cañumil: “La fuente principal de la
información gramatical (de su trabajo) es
el trabajo del profesor Ranguileo Lincopil, y los datos que algunos hermanos y
hermanas Mapuche me han ido entregando[3]”.
Agrega más adelante que la propuesta Raguileo “tiene la ventaja de estar pensado desde el punto de vista de un
hablante del idioma, y en función de las características de la propia lengua[4]”;
pero, también reconoce que “es muy
conveniente para escribir con cualquier teclado de computadora, o aun la mas
antigua maquina de escribir, y especialmente indicado para enviar mensajes de
texto por teléfono celular”.
Cuando
leo esta última cita, me parece estar escuchándolo a él mismo; pues, en alguna
oportunidad me explicó las ventajas que él le reconocía a su trabajo. Me dijo,
recuerdo, “una de las desventajas que encuentro en las propuestas de los demás
es que resulta complicado escribirla en la máquina de escribir”. (En ese tiempo
los computadores personales eran ciencia ficción aún). Me decía, “imagínate
escribir esa ele propia del mapuzugun en una palabra que requiere ser
subrayada, o lo tedioso que resulta colocar las cremillas a la u, para escribir
püllü, por ejemplo, como lo hacen; cuando podemos utilizar la v para ese
sonido, y resulta mucho más sencillo”. El profesor Cañumil dice no haber
conocido a don Anselmo; pero, es probablemente quien más esfuerzos ha
desarrollado por mantenerlo vigente y engrandecer su trabajo, siendo su
propósito principal no precisamente aquel.
De esta
manera, finalizo esta entrega que tiene como propósito recordar a nuestro
pariente, a nuestro tío, y sobre todo motivar a los jóvenes a desarrollar
múltiples acciones orientadas a recuperar el nombre y la obra de uno de los
grandes intelectuales mapuche. Próximamente ofreceré fragmentos de entrevistas
realizadas a otras personas que estuvieron ligadas a él.
Observación:
-
Los trabajos del profesor Cañumil se encuentran en
Internet, en formato PDF. El mismo trabajo citado aquí, se encuentra más
ampliado con el nombre “Mapucezugun ñi gvnezuam. Estudio del idioma mapuche,(2011).
-
También, en Internet, se puede encontrar un trabajo
sin fecha, llamado “Gramática del idioma mapuche del profesor Raguileo
Lincopil”.
1 comentario:
Querido y recordado Erwin
Mucho me ha conmovido lo que compartes, en esta entrada de tu blog y algún tiempo ha pasado, desde que no nos vemos, ni hablamos.
Me habría gustado mucho participar, de alguna forma, en aquel proyecto, si nos hubiésemos conocido entonces " La Casa de las Artes Mapuche ", para aprender y aportar, a su desarrollo y expansión, a fin de dar a conocer, a nuestra precaria sociedad, la grandeza de la mitad identitaria que nos falta y poder caminar, con los dos pies, digo, yo, como chilena, híbrida y desposeída de la Madre Indígena, a causa de la formación perversa que nos otorgan, a los mestizos, desde niños, en nuestra realidad modélica.
Querido amigo..., muchas cosas que decirte, muchos sentimientos que compartir y tantos caminos ideológicos, que hacer confuír...
Sólo enviarte un gran abrazo y mi cariño y amistad, en los que, ni el tiempo, ni la distancia, hacen mella.
Verónica
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