la
porfía de la memoria
por Erwin Quintupill
En el año 2013, escribí un
artículo que compartí con mis parientes, amistades y contactos a través de
Internet, a propósito de que en los medios de comunicación y en los
establecimientos educacionales se hablaba de celebrar el “we xipantu” mapuche.
En el mundo no mapuche también se dice “año nuevo mapuche”. Algunos chilenos y
chilenas dicen: “claro, si ellos también tienen año nuevo; pero, en invierno”,
como si nosotros no tuviéramos nada importante, como si nuestra cultura fuera
el producto de una casualidad o de un capricho o de supersticiones y no de la
construcción de conocimientos a lo largo de siglos y milenios.
Somos un pueblo con
conocimientos, negados por la religión invasora y por la ciencia absolutista
también. Los primeros, porque consideraron que todo lo no cristiano debía ser
obra de su demonio. Los segundos, porque la ciencia surge impregnada de un
conservadurismo de siglos, aprobado – paradójicamente – por la Santísima
Iglesia Católica. Con nosotros, los mapuche, en la actualidad, ocurre un
fenómeno semejante: Hablamos influenciados por el catolicismo chileno y hasta
algunos hablan de purismos.
Pues bien, tengo el
propósito de aportar – en parte mínima, siquiera – en dilucidar tanta
significancia errónea[1]. La
mayor parte de las personas, incluyendo a una gran cantidad de mapuche, aceptan
las traducciones del mapuzugun al castellano sin objetar nada, sin sentido
crítico. En eso se nota que hemos sido formados por la misma Escuela.
Habiendo publicado el
artículo que menciono al principio de este, la lamgen Elisa Loncón[2] me
escribió lo siguiente:
Gracias lamgen.
Solo una observación. Como lo diría Ranguileo. Es Wüñol Tripantu, o wvñol
xipantu, pero no we xipantu, esto último es un calco semántico del castellano. En
otras palabras una influencia del español en la lengua (mapuche), que además
niega el concepto de tiempo cíclico propio de nuestros pueblos.
Lemoria
Elisa (21.06.13)
Me quedé un largo tiempo
pensando al respecto. Anselmo Raguileo (1922-1992), es un mapuche originario de
Saltapura, al sur de Nueva Imperial, de profesión ingeniero químico que desde
temprana edad se dedicó a estudiar su propia lengua, el mapuzugun. En 1980
llega a Temuco invitado por una ONG para dedicarse a tiempo completo a
formalizar su trabajo. Pocos años después presentó su grafemario o alfabeto con
el que propone escribir nuestro idioma. Anselmo Raguileo es un lingüista
autodidacta, que aprendió varios idiomas, además del propio, bastante conocido
por los especialistas en asuntos mapuche. Nuestros hermanos/as de Puel Mapu[3]
mayoritariamente escriben siguiendo su propuesta.
Poco más de un mes después
le respondí:
En lo que
escribí a modo de saludo digo we xipan antv o wiñoy xipan antv. Así lo he oído,
no por eso debe ser así, es cierto. Mis padres decían wexipantu.
Yo me pregunto
si esa será la denominación ancestral para la situación. Me cuadra, le encuentro
sentido; pero, sospecho de la iglesia católica, porque ha metido sus manos en
todo lo que ha podido, y tiempo y espacio ha tenido de sobra para ello.
Cuando he leído
textos antiguos, escritos por cronistas, no me he encontrado con mención a lo
que conocemos como we xipan antv.
Dices que we
xipantu es un calcoi semántico, ¿por qué? ¿Cómo es, entonces?
La RAE (Real
Academia Española) dice que calco semántico se refiere a conceptos que han sido
adoptados de otra lengua. No conocía la palabra. (Hay muchas cosas que no conozco
aún?
Erwin (02.08.13)
Y me replicó en el m omento:
Fíjate que en
Paraguay con el Guaraní, los curas intervinieron mucho. A las palabras tradicionales
le pusieron significados nuevos ajenos, y así de tanto en tanto mataron los
conceptos y el saber guaraní antiguo. Por eso debemos cuidar lo ancestral.
Lo de calco
semántico es calcar un concepto de la otra cultura en la lengua propia, un ejemplo de ello es kutriñuke ‘conchetumadre’.
La palabra como grosería no existe en la cultura mapuche… Lo mismo ocurre con
el concepto we xipantu. We ‘nuevo’ tripantu ‘año’. Se calca año nuevo wigka,
sólo con la sintaxis mapudungun. Se pone el adjetivo antes del sustantivo;
pero, conceptualmente es año nuevo.
Yo he escuchado
también wüñoy tripantü, ‘regresó el año’. Está bien como frase, pero no es el
nombre. Fíjate que cuando recuperamos el wüñol xipantu, éramos del grupo de
teatro[4] y
nosotros aunque llegamos a reflexionar sobre el contenido profundo del nombre,
dominados por el castellano, tomamos la palabra we xipantü. De hecho, la
primera fundamentación histórica de su significado se lo pedimos a César
Loncon, y él habló en el evento y leyó we xipantu… Ranguileo estaba allí. En el
momento no nos dijo nada; pero, después cuando nos vio, nos dijo que era wüñol,
por lo del regreso, el retorno del ciclo. Así que nuevamente tuvimos que
corregirnos.
Y sí, siempre
escucharemos la palabra we tripantü, pues ese día el año vuelve a ser nuevo,
seguramente por eso has escuchado a tus padres decir eso. Como frase adjetiva
está bien, pero como nombre del evento no refleja su significado profundo.
Un hablante
nativo puede discriminar con más facilidad entre una palabra, frase u otra, y
el no nativo se queda con lo que le da más sentido, y los no hablantes se
quedan sólo con we tripantu, a no ser que se les corrija con los argumentos que
te doy u otros.
Nosotros (el
grupo de teatro) éramos (hablantes) nativos, pero en las condiciones en que
vivimos la lengua esta(ba)mos dominados por el castellano, por eso también
cometimos el error. La dominación lingüística, es como la dominación política,;
es necesario liberarse hasta en la lengua.
Lemoria
Elisa (02.08.13)
Ahora, vuelvo a pensar en los
castigos que sufrieron los viejos – mis padres entre otros – en los días que permanecieron
internados en la Misión de Boroa, con el propósito de que se “educaran. Allí tenían
como objetivo evangelizar a los niños y jóvenes, hacerlos “gentes” de una vez y
de paso, chilenizarlos. Entonces, cualquier método era lícito para conseguir el
fin cuando lo hacían mal o demoraban en hacerlo o se mal portaban: hincarlos
sobre granos de arvejas, propinar golpes con varilla o regleta, tirar de las
patillas, hacer rezar no sé cuántas veces el Padre Nuestro, prohibirles hablar
en mapuzugun, el uso de ropas mapuche, etc. Son cosas que escuché a mi padre. También
las he oído de otras personas. Hay quienes niegan que los curas y monjas hayan
dado mal trato a los niños/as de entonces. He oído esto último a personas
mapuche que ha adherido al catolicismo de manera fervorosa. Lo que a mí me
consta es que ellos/as no tienen edad suficiente para haber visto lo que sí
vieron/vivieron los más viejos.
Digo lo anterior, por eso de
las imposiciones del modo de ver y pensar el mundo. Como dije más arriba, en la
actualidad son muchos los mapuche, hombres y mujeres, que repiten el discurso
oficial, básicamente porque carecen de aprendizajes en el contexto de la recreación
de la cosmovisión ancestral, pues el hilo de la memoria se halla roto,
fragmentado. Por lo tanto, carecen o no encuentran argumentos para explicar el
origen y la actual realidad de nuestros conocimientos, como en el caso de la
celebración de wvñol xipantu.
Sin embargo, la memoria
permanece, no está desaparecida. La tía Zoila Huilipan[5] hace
un par de años nos hablaba de lo mismo. “Se dice wvñol xipantu, nos dijo. Así decían
los antiguos. Así se dice. No es we xipantu”.
Por último, me cabe expresar
que no se trata de una celebración colectiva, sino de una familiar. Pero, en la
actualidad, debido a que la reinstalación del evento ocurrió como parte de un
trabajo político y cultural, se ha extendido a otras áreas de participación
ciudadana. Seguirá ocurriendo así en los centros urbanos; pero, en las
reducciones (comunidades) continuará siendo una ocasión para que la familia
amplia se reúna, con el propósito de restablecer compromisos directamente con
la madre naturaleza.
Junio, 2016.
Escribí
este artículo para compartirlo con mis compañeros de trabajo (profesores) y con
ustedes.
[1] Es fácil encontrar errores en las traducciones del
mapuzugun al castellano que se han instalado como verdades inalterables, por
ejemplo.
[4] Se refiere al Grupo de Teatro Mapuche, integrado por
jóvenes sde la organización Admapu, en sus quehaceres de mediados de los 80’.
[5] Zoila Huilipan vive en Saltapura y tiene
aproximadamente 80 años.
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