Hace un
par de años me decidí por investigar para llegar a escribir la biografía de
Anselmo Raguileo, el lingüista, el mapuche, el pariente, nuestro mal recordado
tío.
La
motivación me surgió porque los integrantes del Taller David Cayuqueo de
Santiago me hicieron saber que deseaban enterarse de quién fue el hombre que
llegó a construir la propuesta de escritura para nuestro idioma.
Probablemente,
de tanto “estar cerca” del personaje no había notado su ausencia, lo
desconocido que se estaba haciendo, transformándose en un mito lentamente. Y yo
que lo conocí, que anduve un poco junto a él, que tuve el privilegio de sus
atenciones sentí que mi deuda no estaba pagada, que aún tenía mucho por hacer.
Durante
2012 tuve la visita de Pedro Canales, un amigo, profesor de Historia, con
magísteres y doctorado (ahora creo que anda en algo así como un postdoctorado)
que necesitaba entrevistar a personajes (entendí que yo era uno de esos)
mapuche que trabajaban con lo del conocimiento. Él dijo que investigaba acerca
de los intelectuales mapuche. Yo me quedé medio patuleko, porque desde que soy
pequeño mi norte es llegar a ser considerado un kimce (persona con conocimiento
y equilibrio suficiente para ser considerado autoridad por su lof o colectivo
familiar), y no sé si algún día me habrán de reconocer de ese modo.
De
paso, Pedro me invitó a participar de un Simposio y me dejó más que patuleko;
pero, terminé aceptando y en enero de 2013, en el local de la USACH (Santiago
de Chile) hice la presentación de la ponencia que llamé ANSELMO RAGUILEO UN
EJEMPLO DE INTELECTUAL COMPROMETIDO CON SU PUEBLO. En ella realizo una
aproximación a este “grande”, kimce entre los suyos y los ajenos.
Resulta
una responsabilidad complicada ser parte de su familia. Espero que con este
trabajo – cuando lo haya terminado – pueda sentirme un poco descansado.
Faltan
muchas entrevistas por hacer, por lo que ignoro cuánto tiempo me va a llevar la
investigación. De momento, he aquí la presentación de la ponencia.
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ANSELMO RAGUILEO. UN EJEMPLO DE INTELECTUAL MAPUCHE COMPROMETIDO CON
SU PUEBLO
Erwin Quintupill[1]
PRESENTACIÓN
¿Cuándo conocí a Anselmo
Raguileo? No lo recuerdo y cuando llegué a Saltapura para ser de allí, él ya
había emigrado hace muchos años; pero, en casa se le recordaba con frecuencia.
Era el hermano menor de mi papá[2];
por eso sé que ambos fueron hijos de la maci Carmela, que su padre fue Weycabew
(Hueychaleo) y que entre sus antepasados está Ñankubew (Ñanculeo), el logko[3]
que fue hasta Boroa para ser parte de las negociaciones de paz definitiva con
el Estado chileno, allá por el sol 80 del siglo XIX de los no mapuche. Así me
lo han contado mis antepasados. Así aprendí a conocer a Anselmo Ragibewfv: alto
y delgado como los laureles, de sonrisa acogedora en mi primera visión de
infancia, de hablar directo y pausado, noté posteriormente en mis años de
juventud.
Mi padre admiraba a su hermano.
Creo que ese sentido de admiración era recíproco. Mi madre[4]
decía que era el más inteligente de todos. Ella lo quiso de pequeño y lo
regaloneaba.
Como mi padre era un hombre
inquieto por saber[5], se alegraba mucho con la
llegada de su hermano menor en los pocos veranos en que nos visitó, allá por
los años 60, pues era la ocasión en que podía escucharlo ya fuera en la
sobremesa, bajo la ramada que él solía construirnos en los tiempos de sol, o
durante la noche en torno al fogón. Yo les vi conversar animadamente, mas
recuerdo poco de los temas que preferían abordar. Sí, sé que mi padre insistía
sobre la posibilidad de realizar estudios de suelo, y de ese modo me enteré que
bajo nuestros pies había un mundo dinámico por conocer. Su hermano, ese hombre
de largas y animadas conversaciones, tenía estudios de química, supe después.
Por esos años, también le
escuché hablar sobre la posibilidad de escribir el mapuzugun. Yo solía estar
atento a las conversaciones. Mi padre decía que eso sería muy bueno; yo, sin
embargo, no lograba entender el por qué.
Fue recién a fines de los 70 o
principios de los 80 cuando pudimos conversar sobre aquello. Yo había
encontrado en la biblioteca de la universidad en que estudiaba algunos textos
de Augusta y de Moesbach, entre otros. Le di a saber mi interés por el tema y
me fue explicando lo que después conocería como los postulados de su propuesta
de grafemario. Era una época de mucha actividad política por eso del Decreto
Ley 2.568 (marzo, 1978) y ambos integrábamos la organización mapuche de
entonces, aunque en lugares diferentes. Tampoco nos vimos con frecuencia en ese
tiempo; pero, fue suficiente para saber que su compromiso social y político
venía de muchos antes.
Supe que llegó a Temuco invitado
por CAPIDE[6].
Tuvimos algunos encuentros. Una vez lo invité a Concepción. Mi vida transcurría
agitadamente en esa ciudad. Sobrevivía hasta que decidí retornar. Fue en 1986.
Entonces, le visité en su casa por primera vez, para pedirle libros. Habían
muchos allí, de todo tipo: de física, de química, de quiromancia, de biología,
novelas, de poesía, de matemática, de historia, gramáticas y otros relacionados
con la lingüística. Allí tomé contacto más cercano con sus hijas Ruby y Mónica.
De sus otros hijos sólo conocía una fotografía de Anselmo y de María Isabel,
nada. Tampoco le pregunté, pues mis intereses iban en otra dirección.
En 1987, me fui a vivir a Temuco
y lo visitaba con frecuencia. Algunas veces llegué hasta el local de CAPIDE, la
ONG que lo invitara a realizar su trabajo en la región[7].
En casa solíamos recordarlo como siempre.
A fines del 91 supimos que había
enfermado. Mi padre estaba anciano y no andaba bien. Mi madre experimentó una
trombosis cuando la primavera se marchaba. Estábamos en casa de mi hermana
Teodora, en Coronel, cuando nos llegó la noticia de que había fallecido.
Durante ese verano había estado en nuestra casa y ya no nos reconocía. Mi madre
no alcanzó a deglutir, papá se agitó contenidamente y dejó escurrir unas
lágrimas que me supieron intensamente dolorosas, Teodora dijo “murió el grande”
y yo me quedé en silencio.
El día del funeral, en Saltapura,
hubo zugutun[8] por la mañana antes de
sacar su cuerpo a campo abierto al frente de nuestra casa y también antes de
llevarlo al cementerio. Durante el velatorio llegó mucha gente de diferentes
lugares. Ellos nos hablaron de su relación directa o indirecta con el que
venían a despedir.
La misma gente de la comunidad
decidió cargarlo en los brazos desde la casa al cementerio y así se hizo. Una
vez allí, hubo discursos de reconocimiento y de compromiso a involucrarse en su
trabajo y de apoyo a la difusión de su legado, amulpvjv(9), poemas y canciones.
Los años han transcurrido e
inicio mi investigación en busca de información sobre los diferentes momentos
vividos por él en sus casi 70 años, con la finalidad de ofrecérsela a Saltapura
y a todos los mapuche – hombres y mujeres – de este y del otro lado de la
cordillera, para aportar a su valoración, a su reconocimiento. Este trabajo es
sólo una aproximación a lo que algún día debiera ser la Biografía de Anselmo
Raguileo, el mapuce, el hijo de Saltapura, el obrero, el profesor, el químico,
el lingüista, el científico más importante de la historia mapuche en el siglo
XX.
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En poco
tiempo más, agregaré las otras partes (I, II, III y IV) de la ponencia.
[1] Poeta, maestro en telar
mapuche, profesor de enseñanza media y de educación básica.
[2] Juan Bautista Raguileo Lincopil.
[3] Lider de un lof o
comunidad mapuche.
[4] Carmela Ñancupil Lienleo.
[5] Según el modo de ser mapuce, todo hombre debe
aspirar a ser un kimwenxu (hombre sabio).
[6] Centro Asesor y Planificador de
Investigaciones y Desarrollo.
[7] De ese trabajo surgió la presentación oficial
de su grafemario en 1982.
[8] Zugutun: discurso
funerario en que se relatan aspectos fundamentales de la historia del
fallecido/a (hechos y descendencia).
(9) Amvlpvjv: entoncaión (canción o música) que se ofrece al espíritu del fallecido, para que viaje bien, para que no se quede cerca de nosotros y llegue al lugar a que algún día también habremos de ir.
(9) Amvlpvjv: entoncaión (canción o música) que se ofrece al espíritu del fallecido, para que viaje bien, para que no se quede cerca de nosotros y llegue al lugar a que algún día también habremos de ir.
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