Se me vino el octavo mingako cultural, cada
vez más entregado a la espontaneidad - a la improvisación dirían fuera de aquí;
en algún momento también lo dije así-. Ahora que han transcurrido algunos días,
pienso que ése es un componente fundamental de nuestra cultura, o lo ha sido
hasta estos tiempos. No quiero decir con ello, que nuestros antiguos y actuales
no reflexionen acerca de lo que han de hacer y cómo y con qué hacerlo, no. Me
refiero a esa característica de la comunicación mapuche, la oralidad, en donde
se manifiestan todas las posibilidades, con énfasis en lo deseado.
El viernes
7 ya estaba metido en el epicentro que finaliza con la última actividad
oficial. Empieza con las compras y con el recibimiento de algunas amistades.
¡Que no falte nada! Hemos preparado un acuerdo de comidas y calculado la
cantidad necesaria de cada ingrediente, desde la harina para el pan hasta la
carne a consumir. De las bebidas – vino tinto y cerveza – se informa que
todos/as pueden aportar “a gusto”, o sea, lo que consideran consumir, más lo
que desean compartir. En casa – desde que tengo uso de razón – jamás hemos
tenido problemas como consecuencia de la ingesta de alcohol[1]…
Por otra parte, hay que darle motivos reales a los chilenitos/as que van por
ahí comentando lo borrachos que somos…
Durante ese día, llegaron Jorge, Isabel y
Marjorie (todos capitalinos). De paso estuve conversando con el peñi Pedro
Cural (rexafe, platero) por un encargo antiguo nacido de mis sentimientos
inexplicados… En casa nos encontramos con mi hermano Olegario y toda su patota
o casi toda… la cuñada-hermana; la sobrina Mabel, su chileno Ricardo, su Isi y
la recién llegada Agu; las sobrinas Keka y Carina, mi hermana Marta… Por
supuesto, la jefa o dueña de casa, mi hermana Flor, mi ñiña Lore, su Guilllermo
y la ¡Heyeh!... que es probablemente, la única criatura pequeña que me hace
reír de un modo que no recuerdo haberlo hecho… No puedo dejar de mencionar dos
amigos quiltros (Koha y Yewvn), porque los pollos son muy lejanos y el ñarki
apenas se deja ver.
La jefa, mi hermana Flor.
Fotografía: Jorge Sir.
Agustina
Fotografía: Jorge Sir.
Carina
Fotografía: Jorge Sir.
Marjorie Huiaqui
Fotografía: Jorge Sir.
Cecilia Caniuman, Olegario y Marta
Fotografía: Jorge Sir.
Ricardo y su mamá (Beti)
Fotografía: Jorge Sir.
Marina
Fotografía: Jorge Sir.
Beti y sus nietas (Isidora y Agustina)
Fotografía: Jorge Sir.
Heyeh
Fotografía: Jorge Sir.
El sábado
8 fue todo rápido. Por ahí anduvo el sobrino Lino, ajustando conmigo acerca
del palin del domingo… A la hora del bus, llegaron David (capitalino), Eduardo
y Alicia (desde Valdivia), y mi peñi Cristian Antillanca (de Chayhuin y Osorno)
provisto de su respectivo wiño[2].
El principal invitado para realizar el Taller
de Coyke no llegó. Hablamos por teléfono y entendí que tendría que
“improvisar”… Y así no más fue, porque a eso de las 17 en punto, escuché unos
sonidos de pifvjka que se acercaban y eran mis sobrinos grandes acompañados de
cuatro suspiros azules: dos niños de entre 10 ó 12 años y dos puntitos humanos…
¡Todos listos para danzar! Me refiero a los pequeños… Traían sobre los hombros
la vkvja[3]
correspondiente, excepto el Mati (de unos seis años) que llegó cubierto con la
bandera.
Ligkoyam, Bryan y Matías
Fotografía: Jorge Sir
Ligkoyam, Bryan y Matías
Fotografía: Jorge Sir
Alonso, Eduardo y Alicia
Fotografía: Jorge Sir
David
Fotografía: Jorge Sir
Cristian, Guillermo, Fernando y Gustavo
Fotografía: Jorge Sir
Maritza y Gerardo
Fotografía: Jorge Sir
La familia toda comenzó a salir al patio,
dando por hecho que ese era el sitio adecuado para realizar el Taller… No quedó
más que aceptarlo, porque sacaron asientos y provistos de lo necesario se
acomodaron en actitud de espera… No niego que sentí un encogimiento que
recorrió mi vieja humanidad… debido a la presencia de los niños. Sentí que se me desarmó lo pensado y me lancé
al vacío… Ahora, unos días después, sé que pudo ser mejor; pero, ya es otro
instante.
Marina, Ricardo, Isi y Beti
Fotografía: Jorge Sir
Olegario y compañía
Fotografía: Jorge Sir
Fernando y Lino
Fotografía: Jorge Sir
Heyeh y Margarita
Fotografía: Jorge Sir
Fernando
Fotografía: Jorge Sir
Erika y su mamá
Fotografía: Jorge Sir
Martín, Gustavo y Margarita
Fotografía: Jorge Sir
Eduardo, Alonso y Angélica
Fotografía: Jorge Sir
Danzamos y danzamos. Hablamos de lo poco que
sabemos… Tres hombres jóvenes que nunca habían dado un solo brinco, podemos
decir que están iniciados… sólo eso, apenas iniciados; pero así es como lo
entendemos: los ciclos se inician en algún momento y luego hay que continuar…
¿Cómo? Pues, para eso está el gvlam[4]
y la decisión propia.
Los pequeños son emocionantes. Mawvn ya con
experiencia; Bryan, quizás en su primera vez – por voluntad propia – asomándose
a su identidad. Matías y Ligkoyam, los más pequeños, desconciertan al ver que su
motricidad dista de la del coyke purun… Entonces pienso que aprender a danzar
en edad temprana, es parecido a aprender dos o más idiomas en esa etapa de la
vida[5].
José Carihuentro
Fotografía: Jorge Sir
Yo
Fotografía: Jorge Sir
Yo
Fotografía: Jorge Sir
Bryan y Matías
Fotografía: Alicia Foxley (detalle)
Vivi
Fotografía: Alicia Foxley detalle)
Fernando, Gustavo, Lino, José
Fotografía: Jorge Sir
Ligkoyam
Fotografía: Alicia Foxley (detalle)
Algo ha pasado en mis viejos huesos. El
maltrato experimentado al día siguiente fue muy pequeño[6].
Nosotros, los que vivimos en este cuerpo, estamos sujetos al equilibrio
variable con lo que nos rodea. Creo que – emocionalmente – estoy en un buen
momento.
…
Ya, entrando la noche, Guillermo se hizo
cargo de coordinar la visita de mi pariente José Carihuentro y de su wenvy[7]
Antonio Caro, que viajaron desde Santa Bárbara para compartirnos un documental
realizado por ellos. Se trata de “Elbal dugu” (2010) que muestra principalmente
conversaciones en que los mayores (de la zona de Cauñicu – Alto BíoBío) hablan
del gvlam. Un documento para ver con detenimiento o mejor dicho, con serenidad.
Esta actividad, motivó una conversación que
no terminó allí. Participaron viejos y jóvenes de la familia y visitas.
Yo, no pude estar atento a todo, porque a
través del teléfono una antigua amistad me avisó que iba en camino… En medio de
la noche y caminos desconocidos, se apareció Marcos, junto a su pareja y su
hijo pequeño… no paró de hablarme… a ratos me quedé en silencio… Me contó que
ya no es pastor; pero, imagino que sigue siendo cristiano, que sus otros hijos
están grandes… Y… se fue tan rápido como llegó… No es como me gusta o como
aprendí a conversar; pero, fue gratificante su fugaz visita…[8]
Durante ese día también llegó mi amiga
Maritza y un amigo de ella; mi lamgen Cecilia Caniuman quien venía para
conversar acerca de las “semillas amenazadas”; mi lamgen Erika y su mamá.
Domingo 9
Por la mañana o casi al mediodía, nos fuimos
a marcar el paliwe[9], sobre una cancha de fútbol[10].
Andaba por ahí Bene Concha – el presidente –. Le ayudé a recolectar basura y de
paso arreglé problemas de última hora por medio del teléfono. (El peñi “Don
Chicha” se había descoordinado con quien le iba a trasladar).
El almuerzo fue una de las mejores porotadas
que he probado en mi existencia. Cocinaron mi amigo Eduardo y Marjorie, o al
revés. Creo que estuvieron ayudados por David o ¿él fue parte de la comisión
también? No lo sé, el que estuvo encargado de coordinar aquello fue Ricardo y
la kuze Marina de supervisar el funcionamiento de la cocina. Yo y otros/as nos
hicimos cargo de disfrutar los sabores amorosos de la amistad.
Conversación “Las
semillas amenazadas”
Considero que quedamos en deuda, de acuerdo a
nuestras expectativas. Estoy especulando; pero, no de la nada.
El propósito básico es compartir la noticia
con aquellos que sabemos no la conocen, y de paso – como otro objetivo –
generar la inquietud por desarrollar acciones con el propósito de mejorar la
situación.
(Uno de los grandes problemas que tenemos los
emigrados y particularmente los que hemos alcanzado un grado de formación
académica es que perdemos la conexión con los códigos propios del medio rural.
Seguimos siendo mapuche; pero, algo cambia en nuestro modo de ejercitar la
comunicación. De alguna forma nos contaminamos de metodologías que no funcionan
en nuestro medio original… Me ha ocurrido en más de una ocasión y se ha
constituido en una razón de pensamiento permanente… Me queda la impresión de que
algo de eso ocurrió en esta ocasión… aunque también influyen otros factores,
tales como la forma y la calidad de la convocatoria, la presencia de otras
actividades en el mismo instante… etc).
Mi lamgen Cecilia, la encargada principal de
la actividad, me ha comentado después que la reacción de la gente estuvo más
allá de lo que esperaba, pues se pudieron escuchar algunas opiniones a
micrófono abierto. Por mi parte, le respondí que fallamos también al no haber
incorporado, a través de una pregunta dirigida, la opinión de un par de
dirigentes que se hallaban presentes en el público. Esa era una opinión
importante, por el rol que desempeñan. (Lo comparto para aquellos/as personas
que trabajan en el activismo ambiental o en otra área).
Como sea… me quedo con la inmensa gratitud hacia
quienes responden/ieron al llamado que realizo a través del Mingako y toman la
decisión de compartir experiencias en estas tierras, las de mi primera época;
en particular, a mis lamgen Cecilia y Erika y también con la reflexión que
permite mejorar los caminos por donde queremos continuar…
…
Cada vez me siento más seguro de que nos
falta levantar en nuestros “lof” los medios de comunicación que permitan la
“revitalización” de las personas que la componen. El macromedio está copado de
información; sin embargo, nuestros hogares carecen de un modo de revitalizar el
piam[11]
y otras formas de relatar la vida… o si se prefiere, la memoria en su
totalidad… En cambio, todos los hogares han incorporado un televisor que a
ciertas horas de cada día ingresa, irrumpe en medio de la tranquilidad provocando
un trizamiento difícil de recuperar. Allí hay un sendero que realizar… al
menos, en lo que queda de mi lof antiguo.
El encuentro de
palin
Como se dijo, se trataría de un hecho alejado
del protocolo, porque era un complemento; sin embargo, los hechos me demuestran
que aunque se haya conversado, los asuntos (éste, por lo menos) sigue su propio
rumbo, como las aguas. Para todos/as aquellos que no han estado en el palin
propiamente tal, lo realizado esa tarde fue maravilloso; pero, nosotros sabemos
que no fue así. Cierto es que la destreza de algunos peñi asombra gratamente y
se hincha el pecho de gozo. Cierto es que el muzay estaba a buen punto, que la
carne y las sopaipillas también, que el vino tinto en esa medida es muy buen
compañero, dejando una buena impresión… Pero, el protocolo se echó de menos y
por mucho que se haya informado que no estaría… se echó de menos… Habrá que
corregirlo… Habrá que juntarse a conversar, para restaurarnos de la sorpresa.
Lino, mi sobrino, el encargado de organizar
esa parte del Mingako, estaba dudoso con respecto a la cantidad de palife que
se presentarían… pero, estuvo bien: 9 contra 9 es un buen número (dos niños
incluidos).
Fotografía: Alicia Foxley
Fotografía: Alicia Foxley
Momento del muzay
Fotografía: Alicia Foxley
Yiwiñ kofke (sopaipillas)
Fotografía: Alicia Foxley
Fotografía: Alicia Foxley
El acto artístico
No llegaron Franco ni Miguel. El teléfono
nunca fue respondido… Ahora vengo a saber que en el camino surgió un problema
que impidió la llegada de estas amistades…
Como mi peñi Cristian Antillanca, que viajó
desde Osorno, se retiró a eso de las 18.00 horas, comencé leyendo algunos poemas
suyos…
Tu sonrisa
tu mano en la
ventana
el polvo de la
micro
fue lo último que
vi.
Es mi interés que mi extensa familia se
entere que hay escritores, nacidos y crecidos como ellos. Por eso también,
sobre la marcha elegí leer un poema de Pedro Alonso Retamal (Puerto Saavedra) y
otro de Ricardo Loncón (Traiguén)… Impresionaron bien.
Continuó Marjorie Huaiqui, quien al parecer
enfrentó su primera lectura en el campo. Aprovechó el momento para contar algo
de sí misma, cuestión que se agradece, porque entre nosotros se espera algo
así… La gente quiere saber de dónde es la visita, y si es mapuche, quiere saber
cómo es el lugar de dónde viene e incluso espera compartir experiencias
significativas.
Vino el momento para escuchar a Jacob
Rekedal, un gringo estadounidense avecindado por la zona. Él había estado hace
unos tres o cuatro años atrás, como público. En esta ocasión habló muy breve de
sí mismo y tocó dos piezas musicales en mandolina… No dio información sobre las
mismas; pero, les encontré algo de aquello que llaman “música country” o quizás
algo del “blues” más antiguo. De pasada, me dijo que deseaba leer un poema mío
y… se lanzó.
El final fue con el peñi Beto, más conocido
en el ambiente rapero como “Don Chicha”.
Fue hace dos mingako atrás (febrero de 2012)
en que mi ñiña Lore llegó con el video aquel, el que lo ha dado a conocer… Lo
vimos y lo vimos… ¡Era pa no creerlo!, por decir algo no más, porque lo cierto
es que la letra y las imágenes nos emocionaban. Mirábamos allí nuestro propio
espacio, el mismo tipo de gente que habita en Saltapura (con la excepción de
don Chicha), la actividad de la confección de la chicha y ¡la chupilca!... Nuestra/mi
querida chupilca como protagonista de una canción…
Chicha con harina,
tomo y toy al cien
Sin chicha yo no
vivo, eres mi baweh
Sáquele primero,
mi “wecha” newen
La comparto con
los paisa, peñis y lamgen
Al sur del Bío
Bío, tú la encontrarás
Herencia de mis
ancestros, que no voy a dejar
Una chupilquita,
para degustar
Mi bidón estaba
lleno, se acaba de secar
La pócima secreta,
va directa al paladar…
(El resto de la canción escúchela en: http://www.youtube.com/watch?v=vgo4QQ5f9NY)
En nuestra casa, hubo una chichera desde
mucho antes de nuestra infancia. Papá y mamá contaban que cuando se juntaron,
decidieron tener una quinta. Entonces, se dedicaron a realizar almácigos de las
variedades de aquellas manzanas que les parecían agradables de sabor. También
plantaron árboles de una variedad silvestre y sobre el tronco de ellos, mi papá
hizo los injertos… El área que lograron llenar es de aproximadamente una
cuadra (100 m x 100 m). Posteriormente, mi papá construyó una chichera y hasta
allí llegaban casi todos los viejos de los alrededores, para hacer “la pócima”
aquella… Las imágenes que forman parte del video, son como tomadas en el patio
de nuestra casa…
Pero esa tarde, el peñi y su acompañante…
Hugo, un peñi urbano (así se presentó)… iniciaron el concierto con una GRAN
sorpresa… otro tema de los mismos… de esos que parecen ser tomados de un viejo
repertorio de vlkantufe… EL CHANCHO… ¡¡tremendo tema!! ¡Cuántas veces no
anduvimos detrás de los malditos! Ellos, más independientes que los gatos, más
al borde de lo silvestre… y no son TONTOS… se hacen… Tardes enteras detrás de
sus huellas, mientras gordamente se comen el trigo de los vecinos o el de
nosotros… se echan a dormir entre la hojarasca de los pitrantos y tanto les
gusta… que toman ese sitio como su alojamiento, mientras en casa pensamos que
se los han robado o que efectivamente hicieron lo que han hecho; pero que no
sabemos… Todo lo aran, embrutecen las aguas, se cagan en las frutas, rompen
TODOS los cercos y por más que los perros les lleguen a realizar flecos en la
orejas de tanto morderlos, cada vez que los sacan de la chacra, de los
trigales, de la avena, de la huerta, de donde sea que no deban estar… Ellos… se
las arreglan para entrar de nuevo a como dé lugar… Sí, plenamente identificados
con la propuesta musical del peñi
No se lo pedimos; pero, nos quedó
debiendo EL PIDEN.
Esa misma tarde se inició la despedida de
quienes debían estar el lunes, sí o sí, en su lugar de trabajo o en lo que
fuera… Los que quedamos, nos aprontamos en la espera del asado que se inició en
uno de los patios… Mucha conversación, de todo tipo… harta cerveza… ahí me di
cuenta que están tratando de introducir el gusto por la vieja malta o cerveza
negra como le dicen por la ciudad…
A mí, como siempre, me viene el descanso y la
despreocupación por los demás… “Terminé mi pega”, anuncio… “Ahora me dedico a
tomar…” es un decir…
Es el momento en que se escucha de todo:
desde el recuerdo de algo divertido a una discusión profunda acerca de
estrategias probables para reinstalar el uso cotidiano del mapuzugun… desde las
instrucciones acerca de cómo realizar un determinado trabajo menor, hasta cómo
construir una casa (rukan)… Para mí, esa es una parte del Mingako que valoro
mucho, porque es el momento de todos… unos tras otros, los de casa y los
visitantes van hablando desde sus experiencias… La conversación es como un abanico o
un conjunto de imágenes tomadas de ese juego antiguo llamado caleidoscopio… Y
no es sólo uno el espacio en que todo ocurre, no… se forman varios… A
ratos, la conversación toma tonos apasionados, movida por la vehemencia de los hablantes… A ratos, todo es risa por la narración de un chasco vivido en
otro tiempo… A ratos, la conversación surge envuelta en los cariños de familia…
Y, así…
Lentamente, las gentes se van yendo a sus
camas (a los dormitorios o a las carpas)… Los sonidos de la noche, de nuevo,
vuelven a escucharse… Alguien duerme junto al fogón, bajo la mirada atenta del
dueño de casa…
Lentamente, va volviendo la calma al patio de
la casa y a las cocinas… Los vasos quedan sobre la cubierta de las mesas o
apoyadas en algún rincón del patio
En el cerebro está pendiente la evaluación;
pero, hay tiempo para hacerlo… Ahora hay que dormir… Cierro la carpa y me
duermo abrigado por la presencia de los que vinieron esta vez…
Agradecimientos
especiales a:
Lino, por el palin; Fernando, por la
publicidad y las poleras; los de casa (mi hermana Flor, Carina, mi ñiña y
Guillermo), por TODO; Ricardo y Marina, por coordinar y supervisar la cocina;
Eduardo, Alicia y David por cocinar tanto y rico; Marjorie Huaiqui, por su
aporte en poesía; Cecilia, por la conversación acerca de las semillas; Erika,
por compartir responsabilidades y traer a su mamá; Jorge, por todo; José y
Antonio, por compartir la experiencia del video que realizaron; Margarita, por
el apoyo; peñi Beto (Don Chicha), por su trabajo sin igual; los niños Mawvn,
Matías, Bryan y Ligkoyam por la mística que pusieron en su aprendizaje del coyke
purun; Cristian Antillanca, por visitarnos una vez más (con wiño, pali y poesía);
Isabel, por su colaboración; Gustavo, por venir a aprender y quedarse a
compartir; Marco, por venir a verme después de tantos años; al poeta amigo
Franco, aunque llegó hasta Temuco y no pudo continuar; al resto de la familia
(Olegario, Mabel, Isi…) por poner todo de su parte y colaborar en lo que les
fue posible…; Bene Concha, por decirse honrado de que ocupáramos la cancha; los
peñi de Weycawe (Hueychahue) y de Rulo por apoyarnos en lo del palin, Teresa
Licanleo (presidenta de Saltapura) por conseguir la amplificación (en la
Municipalidad); Jacob (el gringo), por su colaboración y disponibilidad… todos
los que colaboraron y también a aquellos que no pudieron llegar… el público,
pequeño y gustoso…
[1] Si alguna vez observé algo reprobable, no
vino desde mi grupo familiar, sino de algún afuerino mal avecindado, de esos
que mal crecieron y nunca lograron aproximarse a un estilo de convivencia
saludable.
[2] Wiño: Chueca para practicar el palin.
[3] Vkvja: reboso.
[4] Gvlam: consejo, a través del diálogo.
[5] He observado a las hijas de mi peñi Víctor.
Él les habla en mapuzugun y la madre, en francés. Ellas responden en
castellano, la lengua en la que confluyen sus progenitores. De acuerdo a la
edad, el desarrollo de la persona permite “absorber” las conversaciones y con
ellas los códigos de la comunicación… En otro momento, posterior, podrán
realizar el ejercicio de verbalizar los diferentes idiomas; para entonces, las criaturas
– las nuestras – podrán hablar en los diferentes idiomas, de acuerdo al
contexto… Algo que nuestros padres no lograron dimensionar.
[6] Dos meses atrás me pidieron danzar en un
geykurewen y al día siguiente me movilicé con algo de dificultad.
[7] Wenvy: amigo/a.
[8] Marcos y yo nos conocimos en una actividad de
homenaje realizada en la calle Grecia de la actual comuna de Hualpén (provincia
de Concepción) en memoria de un grupo de militantes de izquierda que cayeron
asesinados allí en tiempos de dictadura. El único religioso de ese lugar que se
comprometía a estar en esas instancias era él.
[9] Paliwe: Lugar en que se realiza el palin.
[10] Cancha del Club Deportivo Galvarino,
comunidad de Millacoy, que con Saltapura y otras fueron parte de un mismo lof,
ligado a la figura del logko Ñanculeo (Ñankubewfv) que vivió – probablemente –
hasta finales del siglo XIX o principios del XX y que le correspondió enfrentar
la guerra con el Estado chileno.
[11] Relatos que no ofrecen seguridad absoluta
acerca de su veracidad, ya sea por factores objetivos o subjetivos.
1 comentario:
Que lindo recuento y bellas fotos... las que cuando la nostalgia nos invade siempre son buenas de revisar.
(Menos mal que el "caballero" es mejor fotógrafo que cortando cilantro)
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