martes, 18 de febrero de 2014

8º MINGAKO KULTURAL: RELATO



Se me vino el octavo mingako cultural, cada vez más entregado a la espontaneidad - a la improvisación dirían fuera de aquí; en algún momento también lo dije así-. Ahora que han transcurrido algunos días, pienso que ése es un componente fundamental de nuestra cultura, o lo ha sido hasta estos tiempos. No quiero decir con ello, que nuestros antiguos y actuales no reflexionen acerca de lo que han de hacer y cómo y con qué hacerlo, no. Me refiero a esa característica de la comunicación mapuche, la oralidad, en donde se manifiestan todas las posibilidades, con énfasis en lo deseado.

El viernes 7 ya estaba metido en el epicentro que finaliza con la última actividad oficial. Empieza con las compras y con el recibimiento de algunas amistades. ¡Que no falte nada! Hemos preparado un acuerdo de comidas y calculado la cantidad necesaria de cada ingrediente, desde la harina para el pan hasta la carne a consumir. De las bebidas – vino tinto y cerveza – se informa que todos/as pueden aportar “a gusto”, o sea, lo que consideran consumir, más lo que desean compartir. En casa – desde que tengo uso de razón – jamás hemos tenido problemas como consecuencia de la ingesta de alcohol[1]… Por otra parte, hay que darle motivos reales a los chilenitos/as que van por ahí comentando lo borrachos que somos…

Durante ese día, llegaron Jorge, Isabel y Marjorie (todos capitalinos). De paso estuve conversando con el peñi Pedro Cural (rexafe, platero) por un encargo antiguo nacido de mis sentimientos inexplicados… En casa nos encontramos con mi hermano Olegario y toda su patota o casi toda… la cuñada-hermana; la sobrina Mabel, su chileno Ricardo, su Isi y la recién llegada Agu; las sobrinas Keka y Carina, mi hermana Marta… Por supuesto, la jefa o dueña de casa, mi hermana Flor, mi ñiña Lore, su Guilllermo y la ¡Heyeh!... que es probablemente, la única criatura pequeña que me hace reír de un modo que no recuerdo haberlo hecho… No puedo dejar de mencionar dos amigos quiltros (Koha y Yewvn), porque los pollos son muy lejanos y el ñarki apenas se deja ver.


La jefa, mi hermana Flor.
Fotografía: Jorge Sir.


Agustina
Fotografía: Jorge Sir.


Carina
Fotografía: Jorge Sir.


Marjorie Huiaqui
Fotografía: Jorge Sir.


Cecilia Caniuman, Olegario y Marta
Fotografía: Jorge Sir.


Ricardo y su mamá (Beti)
Fotografía: Jorge Sir.


Marina
Fotografía: Jorge Sir.


Beti y sus nietas (Isidora y Agustina)
Fotografía: Jorge Sir.


Heyeh
Fotografía: Jorge Sir.

El sábado 8 fue todo rápido. Por ahí anduvo el sobrino Lino, ajustando conmigo acerca del palin del domingo… A la hora del bus, llegaron David (capitalino), Eduardo y Alicia (desde Valdivia), y mi peñi Cristian Antillanca (de Chayhuin y Osorno) provisto de su respectivo wiño[2].

El principal invitado para realizar el Taller de Coyke no llegó. Hablamos por teléfono y entendí que tendría que “improvisar”… Y así no más fue, porque a eso de las 17 en punto, escuché unos sonidos de pifvjka que se acercaban y eran mis sobrinos grandes acompañados de cuatro suspiros azules: dos niños de entre 10 ó 12 años y dos puntitos humanos… ¡Todos listos para danzar! Me refiero a los pequeños… Traían sobre los hombros la vkvja[3] correspondiente, excepto el Mati (de unos seis años) que llegó cubierto con la bandera.


Ligkoyam, Bryan y Matías
Fotografía: Jorge Sir


Ligkoyam, Bryan y Matías
Fotografía: Jorge Sir


Alonso, Eduardo y Alicia
Fotografía: Jorge Sir


David
Fotografía: Jorge Sir


Cristian, Guillermo, Fernando y Gustavo
Fotografía: Jorge Sir


Maritza y Gerardo
Fotografía: Jorge Sir

La familia toda comenzó a salir al patio, dando por hecho que ese era el sitio adecuado para realizar el Taller… No quedó más que aceptarlo, porque sacaron asientos y provistos de lo necesario se acomodaron en actitud de espera… No niego que sentí un encogimiento que recorrió mi vieja humanidad… debido a la presencia de los niños.  Sentí que se me desarmó lo pensado y me lancé al vacío… Ahora, unos días después, sé que pudo ser mejor; pero, ya es otro instante.


Marina, Ricardo, Isi y Beti
Fotografía: Jorge Sir


Olegario y compañía
Fotografía: Jorge Sir


Fernando y Lino
Fotografía: Jorge Sir


Heyeh y Margarita
Fotografía: Jorge Sir


Fernando
Fotografía: Jorge Sir


Erika y su mamá
Fotografía: Jorge Sir


Martín, Gustavo y Margarita
Fotografía: Jorge Sir



Eduardo, Alonso y Angélica
Fotografía: Jorge Sir

Danzamos y danzamos. Hablamos de lo poco que sabemos… Tres hombres jóvenes que nunca habían dado un solo brinco, podemos decir que están iniciados… sólo eso, apenas iniciados; pero así es como lo entendemos: los ciclos se inician en algún momento y luego hay que continuar… ¿Cómo? Pues, para eso está el gvlam[4] y la decisión propia.

Los pequeños son emocionantes. Mawvn ya con experiencia; Bryan, quizás en su primera vez – por voluntad propia – asomándose a su identidad. Matías y Ligkoyam, los más pequeños, desconciertan al ver que su motricidad dista de la del coyke purun… Entonces pienso que aprender a danzar en edad temprana, es parecido a aprender dos o más idiomas en esa etapa de la vida[5].


José Carihuentro
Fotografía: Jorge Sir


Yo
Fotografía: Jorge Sir


Yo
Fotografía: Jorge Sir


Bryan y Matías
Fotografía: Alicia Foxley (detalle)


Vivi
Fotografía: Alicia Foxley detalle)


Fernando, Gustavo, Lino, José
Fotografía: Jorge Sir


Ligkoyam
Fotografía: Alicia Foxley (detalle)

Algo ha pasado en mis viejos huesos. El maltrato experimentado al día siguiente fue muy pequeño[6]. Nosotros, los que vivimos en este cuerpo, estamos sujetos al equilibrio variable con lo que nos rodea. Creo que – emocionalmente – estoy en un buen momento.


Ya, entrando la noche, Guillermo se hizo cargo de coordinar la visita de mi pariente José Carihuentro y de su wenvy[7] Antonio Caro, que viajaron desde Santa Bárbara para compartirnos un documental realizado por ellos. Se trata de “Elbal dugu” (2010) que muestra principalmente conversaciones en que los mayores (de la zona de Cauñicu – Alto BíoBío) hablan del gvlam. Un documento para ver con detenimiento o mejor dicho, con serenidad.

Esta actividad, motivó una conversación que no terminó allí. Participaron viejos y jóvenes de la familia y visitas.

Yo, no pude estar atento a todo, porque a través del teléfono una antigua amistad me avisó que iba en camino… En medio de la noche y caminos desconocidos, se apareció Marcos, junto a su pareja y su hijo pequeño… no paró de hablarme… a ratos me quedé en silencio… Me contó que ya no es pastor; pero, imagino que sigue siendo cristiano, que sus otros hijos están grandes… Y… se fue tan rápido como llegó… No es como me gusta o como aprendí a conversar; pero, fue gratificante su fugaz visita…[8]

Durante ese día también llegó mi amiga Maritza y un amigo de ella; mi lamgen Cecilia Caniuman quien venía para conversar acerca de las “semillas amenazadas”; mi lamgen Erika y su mamá.

Domingo 9

Por la mañana o casi al mediodía, nos fuimos a marcar el paliwe[9], sobre una cancha de fútbol[10]. Andaba por ahí Bene Concha – el presidente –. Le ayudé a recolectar basura y de paso arreglé problemas de última hora por medio del teléfono. (El peñi “Don Chicha” se había descoordinado con quien le iba a trasladar).

El almuerzo fue una de las mejores porotadas que he probado en mi existencia. Cocinaron mi amigo Eduardo y Marjorie, o al revés. Creo que estuvieron ayudados por David o ¿él fue parte de la comisión también? No lo sé, el que estuvo encargado de coordinar aquello fue Ricardo y la kuze Marina de supervisar el funcionamiento de la cocina. Yo y otros/as nos hicimos cargo de disfrutar los sabores amorosos de la amistad.

Conversación “Las semillas amenazadas”

Considero que quedamos en deuda, de acuerdo a nuestras expectativas. Estoy especulando; pero, no de la nada.

El propósito básico es compartir la noticia con aquellos que sabemos no la conocen, y de paso – como otro objetivo – generar la inquietud por desarrollar acciones con el propósito de mejorar la situación.

(Uno de los grandes problemas que tenemos los emigrados y particularmente los que hemos alcanzado un grado de formación académica es que perdemos la conexión con los códigos propios del medio rural. Seguimos siendo mapuche; pero, algo cambia en nuestro modo de ejercitar la comunicación. De alguna forma nos contaminamos de metodologías que no funcionan en nuestro medio original… Me ha ocurrido en más de una ocasión y se ha constituido en una razón de pensamiento permanente… Me queda la impresión de que algo de eso ocurrió en esta ocasión… aunque también influyen otros factores, tales como la forma y la calidad de la convocatoria, la presencia de otras actividades en el mismo instante… etc).

Mi lamgen Cecilia, la encargada principal de la actividad, me ha comentado después que la reacción de la gente estuvo más allá de lo que esperaba, pues se pudieron escuchar algunas opiniones a micrófono abierto. Por mi parte, le respondí que fallamos también al no haber incorporado, a través de una pregunta dirigida, la opinión de un par de dirigentes que se hallaban presentes en el público. Esa era una opinión importante, por el rol que desempeñan. (Lo comparto para aquellos/as personas que trabajan en el activismo ambiental o en otra área).

Como sea… me quedo con la inmensa gratitud hacia quienes responden/ieron al llamado que realizo a través del Mingako y toman la decisión de compartir experiencias en estas tierras, las de mi primera época; en particular, a mis lamgen Cecilia y Erika y también con la reflexión que permite mejorar los caminos por donde queremos continuar…


Cada vez me siento más seguro de que nos falta levantar en nuestros “lof” los medios de comunicación que permitan la “revitalización” de las personas que la componen. El macromedio está copado de información; sin embargo, nuestros hogares carecen de un modo de revitalizar el piam[11] y otras formas de relatar la vida… o si se prefiere, la memoria en su totalidad… En cambio, todos los hogares han incorporado un televisor que a ciertas horas de cada día ingresa, irrumpe en medio de la tranquilidad provocando un trizamiento difícil de recuperar. Allí hay un sendero que realizar… al menos, en lo que queda de mi lof antiguo.

El encuentro de palin

Como se dijo, se trataría de un hecho alejado del protocolo, porque era un complemento; sin embargo, los hechos me demuestran que aunque se haya conversado, los asuntos (éste, por lo menos) sigue su propio rumbo, como las aguas. Para todos/as aquellos que no han estado en el palin propiamente tal, lo realizado esa tarde fue maravilloso; pero, nosotros sabemos que no fue así. Cierto es que la destreza de algunos peñi asombra gratamente y se hincha el pecho de gozo. Cierto es que el muzay estaba a buen punto, que la carne y las sopaipillas también, que el vino tinto en esa medida es muy buen compañero, dejando una buena impresión… Pero, el protocolo se echó de menos y por mucho que se haya informado que no estaría… se echó de menos… Habrá que corregirlo… Habrá que juntarse a conversar, para restaurarnos de la sorpresa.

Lino, mi sobrino, el encargado de organizar esa parte del Mingako, estaba dudoso con respecto a la cantidad de palife que se presentarían… pero, estuvo bien: 9 contra 9 es un buen número (dos niños incluidos).


Fotografía: Alicia Foxley


Fotografía: Alicia Foxley


Momento del muzay
Fotografía: Alicia Foxley


Yiwiñ kofke (sopaipillas)
Fotografía: Alicia Foxley


Fotografía: Alicia Foxley

El acto artístico

No llegaron Franco ni Miguel. El teléfono nunca fue respondido… Ahora vengo a saber que en el camino surgió un problema que impidió la llegada de estas amistades…

Como mi peñi Cristian Antillanca, que viajó desde Osorno, se retiró a eso de las 18.00 horas, comencé leyendo algunos poemas suyos…

Tu sonrisa
tu mano en la ventana
el polvo de la micro
fue lo último que vi.

Es mi interés que mi extensa familia se entere que hay escritores, nacidos y crecidos como ellos. Por eso también, sobre la marcha elegí leer un poema de Pedro Alonso Retamal (Puerto Saavedra) y otro de Ricardo Loncón (Traiguén)… Impresionaron bien.

Continuó Marjorie Huaiqui, quien al parecer enfrentó su primera lectura en el campo. Aprovechó el momento para contar algo de sí misma, cuestión que se agradece, porque entre nosotros se espera algo así… La gente quiere saber de dónde es la visita, y si es mapuche, quiere saber cómo es el lugar de dónde viene e incluso espera compartir experiencias significativas.

Vino el momento para escuchar a Jacob Rekedal, un gringo estadounidense avecindado por la zona. Él había estado hace unos tres o cuatro años atrás, como público. En esta ocasión habló muy breve de sí mismo y tocó dos piezas musicales en mandolina… No dio información sobre las mismas; pero, les encontré algo de aquello que llaman “música country” o quizás algo del “blues” más antiguo. De pasada, me dijo que deseaba leer un poema mío y… se lanzó.

El final fue con el peñi Beto, más conocido en el ambiente rapero como “Don Chicha”.

Fue hace dos mingako atrás (febrero de 2012) en que mi ñiña Lore llegó con el video aquel, el que lo ha dado a conocer… Lo vimos y lo vimos… ¡Era pa no creerlo!, por decir algo no más, porque lo cierto es que la letra y las imágenes nos emocionaban. Mirábamos allí nuestro propio espacio, el mismo tipo de gente que habita en Saltapura (con la excepción de don Chicha), la actividad de la confección de la chicha y ¡la chupilca!... Nuestra/mi querida chupilca como protagonista de una canción…

Chicha con harina, tomo y toy al cien
Sin chicha yo no vivo, eres mi baweh
Sáquele primero, mi “wecha” newen
La comparto con los paisa, peñis y lamgen
Al sur del Bío Bío, tú la encontrarás
Herencia de mis ancestros, que no voy a dejar
Una chupilquita, para degustar
Mi bidón estaba lleno, se acaba de secar

La pócima secreta, va directa al paladar…

(El resto de la canción escúchela en: http://www.youtube.com/watch?v=vgo4QQ5f9NY)

En nuestra casa, hubo una chichera desde mucho antes de nuestra infancia. Papá y mamá contaban que cuando se juntaron, decidieron tener una quinta. Entonces, se dedicaron a realizar almácigos de las variedades de aquellas manzanas que les parecían agradables de sabor. También plantaron árboles de una variedad silvestre y sobre el tronco de ellos, mi papá hizo los injertos… El área que lograron llenar es de aproximadamente una cuadra (100 m x 100 m). Posteriormente, mi papá construyó una chichera y hasta allí llegaban casi todos los viejos de los alrededores, para hacer “la pócima” aquella… Las imágenes que forman parte del video, son como tomadas en el patio de nuestra casa…

Pero esa tarde, el peñi y su acompañante… Hugo, un peñi urbano (así se presentó)… iniciaron el concierto con una GRAN sorpresa… otro tema de los mismos… de esos que parecen ser tomados de un viejo repertorio de vlkantufe… EL CHANCHO… ¡¡tremendo tema!! ¡Cuántas veces no anduvimos detrás de los malditos! Ellos, más independientes que los gatos, más al borde de lo silvestre… y no son TONTOS… se hacen… Tardes enteras detrás de sus huellas, mientras gordamente se comen el trigo de los vecinos o el de nosotros… se echan a dormir entre la hojarasca de los pitrantos y tanto les gusta… que toman ese sitio como su alojamiento, mientras en casa pensamos que se los han robado o que efectivamente hicieron lo que han hecho; pero que no sabemos… Todo lo aran, embrutecen las aguas, se cagan en las frutas, rompen TODOS los cercos y por más que los perros les lleguen a realizar flecos en la orejas de tanto morderlos, cada vez que los sacan de la chacra, de los trigales, de la avena, de la huerta, de donde sea que no deban estar… Ellos… se las arreglan para entrar de nuevo a como dé lugar… Sí, plenamente identificados con la propuesta musical del peñi

No se lo pedimos; pero, nos quedó debiendo EL PIDEN.


Chicha con Harina
Fotografía: Alicia Foxley


Peñi "Don Chicha"
Fotografía: Alicia Foxley

Esa misma tarde se inició la despedida de quienes debían estar el lunes, sí o sí, en su lugar de trabajo o en lo que fuera… Los que quedamos, nos aprontamos en la espera del asado que se inició en uno de los patios… Mucha conversación, de todo tipo… harta cerveza… ahí me di cuenta que están tratando de introducir el gusto por la vieja malta o cerveza negra como le dicen por la ciudad…

A mí, como siempre, me viene el descanso y la despreocupación por los demás… “Terminé mi pega”, anuncio… “Ahora me dedico a tomar…” es un decir…

Es el momento en que se escucha de todo: desde el recuerdo de algo divertido a una discusión profunda acerca de estrategias probables para reinstalar el uso cotidiano del mapuzugun… desde las instrucciones acerca de cómo realizar un determinado trabajo menor, hasta cómo construir una casa (rukan)… Para mí, esa es una parte del Mingako que valoro mucho, porque es el momento de todos… unos tras otros, los de casa y los visitantes van hablando desde sus experiencias… La conversación es como un abanico o un conjunto de imágenes tomadas de ese juego antiguo llamado caleidoscopio… Y no es sólo uno el espacio en que todo ocurre, no… se forman varios… A ratos, la conversación toma tonos apasionados, movida por la vehemencia de los hablantes… A ratos, todo es risa por la narración de un chasco vivido en otro tiempo… A ratos, la conversación surge envuelta en los cariños de familia…

Y, así…

Lentamente, las gentes se van yendo a sus camas (a los dormitorios o a las carpas)… Los sonidos de la noche, de nuevo, vuelven a escucharse… Alguien duerme junto al fogón, bajo la mirada atenta del dueño de casa…

Lentamente, va volviendo la calma al patio de la casa y a las cocinas… Los vasos quedan sobre la cubierta de las mesas o apoyadas en algún rincón del patio

En el cerebro está pendiente la evaluación; pero, hay tiempo para hacerlo… Ahora hay que dormir… Cierro la carpa y me duermo abrigado por la presencia de los que vinieron esta vez…


Agradecimientos especiales a:

Lino, por el palin; Fernando, por la publicidad y las poleras; los de casa (mi hermana Flor, Carina, mi ñiña y Guillermo), por TODO; Ricardo y Marina, por coordinar y supervisar la cocina; Eduardo, Alicia y David por cocinar tanto y rico; Marjorie Huaiqui, por su aporte en poesía; Cecilia, por la conversación acerca de las semillas; Erika, por compartir responsabilidades y traer a su mamá; Jorge, por todo; José y Antonio, por compartir la experiencia del video que realizaron; Margarita, por el apoyo; peñi Beto (Don Chicha), por su trabajo sin igual; los niños Mawvn, Matías, Bryan y Ligkoyam por la mística que pusieron en su aprendizaje del coyke purun; Cristian Antillanca, por visitarnos una vez más (con wiño, pali y poesía); Isabel, por su colaboración; Gustavo, por venir a aprender y quedarse a compartir; Marco, por venir a verme después de tantos años; al poeta amigo Franco, aunque llegó hasta Temuco y no pudo continuar; al resto de la familia (Olegario, Mabel, Isi…) por poner todo de su parte y colaborar en lo que les fue posible…; Bene Concha, por decirse honrado de que ocupáramos la cancha; los peñi de Weycawe (Hueychahue) y de Rulo por apoyarnos en lo del palin, Teresa Licanleo (presidenta de Saltapura) por conseguir la amplificación (en la Municipalidad); Jacob (el gringo), por su colaboración y disponibilidad… todos los que colaboraron y también a aquellos que no pudieron llegar… el público, pequeño y gustoso…





[1] Si alguna vez observé algo reprobable, no vino desde mi grupo familiar, sino de algún afuerino mal avecindado, de esos que mal crecieron y nunca lograron aproximarse a un estilo de convivencia saludable.
[2] Wiño: Chueca para practicar el palin.
[3] Vkvja: reboso.
[4] Gvlam: consejo, a través del diálogo.
[5] He observado a las hijas de mi peñi Víctor. Él les habla en mapuzugun y la madre, en francés. Ellas responden en castellano, la lengua en la que confluyen sus progenitores. De acuerdo a la edad, el desarrollo de la persona permite “absorber” las conversaciones y con ellas los códigos de la comunicación… En otro momento, posterior, podrán realizar el ejercicio de verbalizar los diferentes idiomas; para entonces, las criaturas – las nuestras – podrán hablar en los diferentes idiomas, de acuerdo al contexto… Algo que nuestros padres no lograron dimensionar.
[6] Dos meses atrás me pidieron danzar en un geykurewen y al día siguiente me movilicé con algo de dificultad.
[7] Wenvy: amigo/a.
[8] Marcos y yo nos conocimos en una actividad de homenaje realizada en la calle Grecia de la actual comuna de Hualpén (provincia de Concepción) en memoria de un grupo de militantes de izquierda que cayeron asesinados allí en tiempos de dictadura. El único religioso de ese lugar que se comprometía a estar en esas instancias era él.
[9] Paliwe: Lugar en que se realiza el palin.
[10] Cancha del Club Deportivo Galvarino, comunidad de Millacoy, que con Saltapura y otras fueron parte de un mismo lof, ligado a la figura del logko Ñanculeo (Ñankubewfv) que vivió – probablemente – hasta finales del siglo XIX o principios del XX y que le correspondió enfrentar la guerra con el Estado chileno.
[11] Relatos que no ofrecen seguridad absoluta acerca de su veracidad, ya sea por factores objetivos o subjetivos.

1 comentario:

Unknown dijo...

Que lindo recuento y bellas fotos... las que cuando la nostalgia nos invade siempre son buenas de revisar.
(Menos mal que el "caballero" es mejor fotógrafo que cortando cilantro)